NUESTRA
FAMILIA, NUESTROS ORÍGENES
“… Raro es el hombre que en algún momento de la vida no se interesa
por sus orígenes: quiénes eran sus bisabuelos, a qué se dedicaban, de dónde
eran...”.
(Don Fernando González del Campo Román, en
su libro:
“Apellidos
y Migraciones internas en la España cristiana de la Reconquista”)
De
dónde nosotros venimos…
Nuestros orígenes, tanto el de los Martinez Rosell
(nuestro apellido paterno) como el de los Wurster Baun (nuestro apellido
materno), se encuentran en Europa. Es allí donde hemos hallado datos de
ancestros nuestros que se remontan al año 1720 y es allí donde deberemos seguir
“buceando en el tiempo”, para hallar raíces aún más “viejas”.
Los ancestros de la familia Martinez Rosell los
debemos buscar en dos familias muy numerosas, tal como ellas eran en los Siglos
XVIII y XIX. El apellido “Martinez” deviene de la Familia Martinez Martinez,
originaria del pueblito de Piedralba y de los demás pueblitos vecinos ubicados
en la Comarca Maragata, en las llanuras leonesas, en la provincia de León, en
España. El apellido “Rosell” llega a nosotros por la familia Rosell i Boher, originario
del pueblito de Sant Salvador de Toló, en la provincia de Lérida, Cataluña,
España, enclavado en los hermosos valles de los Pirineos Catalanes.
Nuestros orígenes en
Piedralba y en los pueblos de la Comarca Maragata
El pueblito de Piedralba, en León, España, inserto en la llanura leonesa
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La Iglesia Parroquial San Cristóbal de Piedralba, en la Comarca Maragata, León, España, en el mes de Mayo de 2011. (Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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Sus ancestros, también los
nuestros, eran naturales de Piedralba en tanto otros, los más “viejitos”, habían
nacido en los otros pueblos aledaños de la Comarca Maragata, al menos, hasta el
año 1720.
Piedralba es uno de los
pueblos de la Comarca Maragata esparcidos en la campiña “lionesa” en el entorno
de la antigua e histórica Ciudad de Astorga, la llamada “Estorga” por los
leoneses, también, la “Asturica Augusta” como la identificaron hacia fines del
Siglo I aC en el Imperio Romano expandido por la Península Ibérica.
La región maragata tiene una
muy “rica” historia “nutrida y forjada” durante muchos siglos por el trabajo de
sus hombres dedicados a la agricultura, y por las improntas que fueron dejando,
cada uno a su tiempo y a su modo, los peregrinos del Camino de Santiago de
Compostela, los malvivientes, arrieros y comerciantes que recorrieron ese
Camino y la Vía de la Plata, y también, los ejércitos invasores y sus
consecuentes ocupaciones en la Comarca Maragata.
Hubo quienes, deambulando por
el Camino de Santiago y por Vía de la Plata, fueron dejando en estas tierras
sus costumbres, su arte y también su gastronomía. Con el correr de los siglos
este legado proveniente de diversas vertientes culturales y costumbristas de toda
Europa fueron quedando a lo largo del camino, sea por el peregrinaje hacia
Santiago de Compostela, sea por el comercio entre la costa gallega y Sevilla y
su salida hacia el Mediterráneo. Sin lugar a dudas, las costumbres maragatas,
su gastronomía y su modo de vivir fueron el resultado de toda esa influencia
recibida durante siglos.
El paso de ejércitos invasores
y las consecuentes ocupaciones que éstos hicieron en la Comarca Maragata, desde
la llegada de los romanos en el Siglo I aC hasta el sitio por los ejércitos
napoleónicos a principios del Siglo XIX, forjaron y pusieron a prueba el temple
de los caracteres de hombres y mujeres de esta región. Las continuas guerras sucedidas
en Europa y en otras partes del mundo, en las cuales España aportó sus hijos para
batallas “propias y ajenas”, hijos que nunca regresaron, dieron mayor templaza
y resignación a aquellos hombres y mujeres.
¿Por
qué migraron los Bisabuelos y el Abuelo?
A las consecuencias de todas
esas guerras y ocupaciones de ejércitos invasores se sumaron en repetidas
oportunidades de la historia las sequías y las pestes en cultivos, como la
plaga de filoxera en gran parte de España de mediados del Siglo XIX, que
dejaron cosechas pobres que favorecieron el advenimiento de hambrunas y
enfermedades que diezmaron familias en pocas semanas.
Infiero que todos estos hechos
adversos en la vida de esos hombres fueron el incentivo para pensar en la
búsqueda de nuevas oportunidades y para impulsar la migración hacia otros
países.
Estoy convencido, y quizás es
ésta mi conclusión respecto de este tema, que todas aquellas cuestiones
políticas, sociales y económicas ocurridas durante los Siglos XVIII y XIX,
impactaron y afectaron de sobremanera el quehacer diario de las familias. Esas experiencias de vidas de nuestros ancestros fueron transmitidas
de boca en boca, de padres a hijos en el seno de nuestra familia, como si se
tratara de ADN. Así fue cómo se fueron “forjando” sus caracteres y “marcando”
las costumbres ancestrales a punto tal que, creo, incentivaron sin otra opción
las decisiones que estos hombres y sus hijos tomarían en el futuro, entre
ellas, aquella decisión de emigrar de su tierra natal tras la búsqueda de
nuevas oportunidades.
No alcanzo a imaginar, por
cierto tampoco a “sentir”, cuál pudo haber sido aquel pensamiento, y después,
cuáles pudieron haber sido aquellas palabras que nuestros Bisabuelos expresaron y cuáles
razones esgrimieron a sus padres al momento de decidir emigrar. Tampoco alcanzo
a imaginar qué pensamientos y cuáles sensaciones pudieron haber “sobrevenido”
en nuestros Tatarabuelos al recibir semejantes noticias. Creo sí, que ambos
sabían que posiblemente no se volverían a ver en la vida, tal como sucedió.
Nuestros Bisabuelos y el
Abuelo vinieron a Argentina y nunca volvieron a España. En Mendoza, Argentina, hicieron su
patrimonio, formaron sus respectivas familias, criaron a sus hijos y nos
dejaron su legado. Ellos aquí murieron y fueron sepultados en el Cementerio de
la Capital de Mendoza. Los Tatarabuelos y parte de las familias de
descendientes se quedaron en España, allá en Piedralba y los otros pueblitos de
la Maragatería, murieron en España y muchos de ellos fueron sepultados en el
Cementerio Parroquial de Piedralba.
La
llegada del Abuelo Bernardo Martinez Martinez a la Argentina
Nuestros Bisabuelos Don Fernando Luis Martinez Perez y
Doña Dominga Martinez Martinez, acompañados de sus tres hijos, entre ellos,
nuestro Abuelo Bernardo Martinez Martinez, dejaron su Piedralba natal, en la
provincia de León en España, entre los años 1885 y 1890. La Familia Martinez
Martinez y con sus tres hijos españoles se embarcaron en el Puerto de Vigo, en
Galicia, España y cruzaron el Océano Atlántico hasta llegar al puerto de
Montevideo, en Uruguay. Luego ingresaron por vía fluvial a la Argentina por el
puerto de Rosario de Santa Fe. Como muchos otros inmigrantes, nuestros
Bisabuelos y su familia se radicaron en el interior de Argentina y ellos
eligieron, no sé si por su propia decisión o por casualidad, radicarse en
Mendoza hacia el año 1885 a 1890.
A juzgar por la época, el recorrido entre Rosario y
Mendoza lo deben haber posiblemente hecho en tren en algún tramo inicial construido,
puesto que el ferrocarril llegó finalmente a Mendoza en el año 1885 procedente
de Buenos Aires.
En esos años de fines del Siglo XIX, la economía de
Mendoza se basaba en la producción de trigo y harinas, de frutas secas y
conservadas, de vino, y la crianza de ganado vacuno para la exportación de
carne seca y cueros. Estos productos eran mayoritariamente exportados hacia
Chile y muy poco a Buenos Aires, puesto que las rutas por las pampas argentinas
estaban “plagadas” de delincuentes y ladrones que asaltaban las caravanas de
carros y carretas cargadas de productos de Mendoza. Con la llegada del
ferrocarril en 1895 se abrió el mercado de los productos de Mendoza hacia
Buenos Aires y “el Litoral”, como ellos llamaban a la zona de las provincias de
Santa Fe y Entre Ríos. Al mismo tiempo el ferrocarril permitió el ingreso de
trigo de la pampa húmeda, cuestión que compitió por precios desfavorablemente
para el trigo de Mendoza, a pesar de que éste último era de mejor calidad que
el producido en Buenos Aires y Santa Fe.
En cuanto llegaron a Mendoza, el Bisabuelo y el Abuelo
comenzaron a trabajar en todo aquello que ellos habían aprendido a hacer
mientras vivían en Piedralba. Así fue que adquirieron fincas en los
departamentos en San Martín y en Junín, en aquella época áreas marginales,
donde cultivaron el trigo y alfalfa. Con
aquel trigo produjeron harinas en su propio molinero harinero situado en La
Carrodilla, Luján de Cuyo, ubicado sobre la margen derecha del actual Canal San Martín. Luego los productos
obtenidos de sus fincas, las harinas y los pastos para forraje, fueron
comercializados antes del año 1890 en sus propios establecimientos ubicados,
uno en la esquina de las calles Cuyo (hoy Garibaldi) y Montecaseros (hoy La
Rioja), y el otro, en la intersección de las calles Ayacucho y Montecaseros
(hoy La Rioja), ambos de la ciudad de Mendoza.
Artículo del Diario Los Andes del 09 de Enero de 1896 (Gentileza del Diario Los Andes de Mendoza, Argentina) (Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster) |
La Familia se afincó en una casa que compraron ubicada
en la Avenida San Martín 2189 de la ciudad de Mendoza, que en esa época,
también llamada Calle de San Nicolás, era la antigua ruta a la provincia de San
Juan. En esta casa vivieron el Bisabuelo y la Bisalbuela con sus tres hijos
desde antes de 1895. En el año 1905 el Abuelo Bernardo se casó con la Abuela
Encarnación Rosell Boher y se instalaron en la casa de la bodega de Chacras de
Coria que habían adquirido en 1898. El Bisabuelo, la Bisalbuela y una de las
hijas, María Martinez Martinez, vivieron en esa casa de San Martín 2189 de la
ciudad, hasta la muerte del Bisabuelo ocurrida el 15 de Mayo de 1907, y la de
la Bisabuela sucedida el 21 de Enero de 1912.
Típica casa de fines del Siglo XIX situada en la Avenida San Martín al 2300 de la ciudad de Mendoza. En una casa de arquitectura similar, ubicada en San Martín 2189, vivieron los Bisabuelos y el Abuelo Bernardo a su llegada antes de 1890
(Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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A partir de 1890 Mendoza inició un plan de
reconversión de su economía para adaptarse a los nuevos desafíos que
representaba la llegada del ferrocarril, cuestión que ocurrió en 1885. El
ferrocarril representaba la amenaza de la llegada masiva de productos a menor
precio, y la vez, era la oportunidad de incrementar la venta de los productos
de Mendoza en los nuevos mercados de Buenos Aires y el “Litoral”, y también los
de ultramar a partir del embarque por los puertos de Buenos Aires y Rosario,
debido a la facilidad y rapidez del transporte.
Pero esta oportunidad que se presentaba para los
productores de Mendoza traería otros desafíos desconocidos que obligaron a los
hombres de aquella época a agudizar su ingenio y a crear muchas de las
instituciones públicas y privadas que hoy en día forman parte del quehacer
económico de la provincia de Mendoza y de la Argentina.
Al igual que muchos otros empresarios prominentes
inmigrantes y nativos de Mendoza, de fines del Siglo XIX, el Bisabuelo y al
Abuelo adhirieron a aquellas facilidades impositivas y financieras que dispuso
el Gobierno de Mendoza para enfrentar el plan de reconversión agrícola, y
comenzaron a formar y a “forjar” un patrimonio que, estoy seguro, nunca
imaginaron que podrían llegar a reunir, ni siquiera, en las largas noches de
desvelo en Piedralba en las cuales planificaban su partida hacia “La América”.
Cuando llegó el año 1898, el Bisabuelo y el Abuelo
pudieron adquirir una vieja bodega de adobes con una parcela de tierra de 17
hectáreas sobre la calle Pueyrredón 1210 de Chacras de Coria, Luján de Cuyo, en
Mendoza. Los anteriores propietarios de esta vieja bodega y finca fue la
Familia Sosa, quienes la tuvieron durante muchos años.
Sobre el predio
de la vieja bodega de una hectárea de superficie, el Bisabuelo y el Abuelo construyeron
durante los siguientes años entre 1899 y 1910 nuevas instalaciones para el
procesamiento de uvas y la elaboración de vinos acordes con las nuevas
tecnologías de la época, incrementando la capacidad de elaboración y
estacionamiento de vinos de la nueva bodega a 750.000 litros por año, gracias a
la instalación de cubas de 7.000 litros y toneles 20.000 litros de roble de
Nancy, Francia, fabricados por la firma Mestre Guerre y Cia de Francia.
El incremento de la capacidad de elaboración de vinos
de la nueva bodega, obligó al Abuelo Bernardo a adquirir nuevas fincas de viñas
para asegurar la cantidad y la calidad de las uvas para vinificar anualmente. El
predio de las 17 hectáreas iniciales junto a la bodega fue incrementado a 34
hectáreas mediante la compra de otras propiedades vecinas. En las primeras 17
hectáreas y luego en su ampliación a 34 hectáreas, se implantaron a partir de
1898 barbechos de la variedad malbeck obtenidos de plantas cultivadas en
Mendoza y que habían sido traídas de Francia hacia 1860. También el Abuelo
adquirió en los siguientes años fincas con uvas malbeck que se ubicaban en
otras zonas distantes de la bodega para evitar así la concentración de viñas en
una misma área productiva y con ello los riesgos de pérdida de cosecha por
efectos del granizo. De este modo, adquirió fincas implantadas con uvas malbeck
en La Carrodilla y Perdriel en Luján de Cuyo, y en Coquimbito en Maipú,
propiedades que se sumaron a las fincas que ya disponía en San Martín y de
Junín.
Vista aérea del establecimiento vitivinícola “Bodega y Viñedos Bernardo Martinez y Cía”, sobre la calle Pueyrredón 1210 de Chacras de Coria Luján de Cuyo, Mendoza, en el año 1950
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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Vista interna del establecimiento “Bodega y Viñedos Bernardo Martinez y Cía”, en el año 1930
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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El Abuelo Bernardo Martinez Martinez, su hija Rita Martinez Rosell (a la izquierda) y entre ellos, una amiga, en la finca de Chacras de Coria en plena temporada de cosecha en el año 1920.
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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El establecimiento vitivinícola del Abuelo Bernardo, que
pasó a llamarse “Bodega y Viñedos Bernardo Martinez y Cía” después del
fallecimiento del Bisabuelo en 1907, participó en muchas exposiciones de vinos
donde obtuvo premios y medallas de oro por la calidad de sus vinos. En la
Exposición Industrial del Centenario realizada en el predio de la Sociedad
Rural de Palermo, en Buenos Aires en el año 1910, el Abuelo Bernardo expuso sus
vinos que habían sido premiados en la Exposición de San Francisco, California,
Estados Unidos, en el año 1905. En esa oportunidad, obtuvo dos Medallas de Oro.
Posteriormente llevó sus vinos a la Exposición de Roma del año 1912 (Italia)
donde obtuvo una Medalla de Oro, a la Exposición de San Francisco del año 1915 (California,
Estados Unidos) donde fue premiado con otra Medalla de Oro de, y finalmente en
la Exposición Industrial del año 1924 (Argentina) obtuvo una nueva Medalla de
Oro.
En esta etiqueta puede verse sobre el extremo izquierdo el logotipo de
la bodega, marca que luego se vendió en los años 1960. El Banco de Mendoza
compró esa marca, modificando el logotipo, eliminando la letra “C” y adoptando
sólo las letras “BM”
Medallas de Oro con las que se premiaron los vinos de la “Bodega y Viñedos Bernardo Martinez y Cía”, en los años 1910 a 1924
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
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Entre los años 1925 y 1930 el Abuelo emprendió la
diversificación su actividad empresaria, incursionando en la producción e
industrialización de la remolacha azucarera para la producción de azúcar,
proyecto que fuera impulsado por el Gobierno de la vecina provincia de San
Juan, con el fin
de diversificar la economía sanjuanina. Así fue como el Gobernador de San Juan
interesó a un grupo de empresarios para que instalaran una fábrica de azúcar de
remolacha en la provincia que posteriormente se llamó La Azucarera de Cuyo.
A juzgar por la historia que sobrevino, el Abuelo
Bernardo fue uno de los empresarios mendocinos que se sumaron a esta iniciativa
innovadora que proponía la diversificación de los cultivos del sur sanjuanino y
de algunos
departamentos cercanos de la provincia de Mendoza que hasta ese momento se
dedicaban al cultivo de la vid y a las bodegas, y al cultivo de trigo y la
industrialización en molinos harineros. Para este proyecto el Abuelo alquiló una finca en
Jocolí, en el departamento de Lavalle en Mendoza, en la zona más próxima al
ingenio La Azucarera de Cuyo el cual se había construido en la localidad de
Media Agua en la provincia de San Juan.
Técnicamente el plan para el desarrollo de esta industria
azucarera a partir de la remolacha era correcto, pero no tardaron en aparecer las presiones políticas ejercidas por el monopolio de
azúcar de caña desde el norte del país. Se inició entonces a nivel nacional una
nefasta campaña que sistemáticamente actuaba en favor de la caña de azúcar en
Tucumán, y en contra de estos incipientes cultivos de la remolacha azucarera y
su industrialización. Durante la gran crisis mundial de los años 1930, los
efectos de esa campaña se hicieron sentir aún más y estuvieron acompañados y a
la vez “ayudados” por malas decisiones que tomó el directorio de la empresa, también,
por presiones de los accionistas y acreedores y por bajos rendimientos de las
últimas zafras. Todas estas cuestiones juntas determinaron que el ingenio La
Azucarera de Cuyo cerrara definitivamente y quebrara financieramente en 1934. Al año
siguiente el establecimiento fue desmantelado vendiéndose el equipamiento a los
ingenios de Tucumán y el norte del país, y el
edificio fue definitivamente dinamitado.
Ante esta situación, el
emprendimiento de la remolacha azucarera del Abuelo Bernardo corrió la misma
suerte del ingenio La Azucarera de Cuyo.
Las presiones políticas contra la remolacha azucarera
y la campaña en contra del ingenio La Azucarera del Norte fue una más de las
vicisitudes que debieron enfrentar los empresarios de la vitivinicultura de
Mendoza y de San Juan frente a las presiones políticas de la Nación y a
intereses sectoriales. La adulteración y falsificación de vinos efectuada por
los fraccionadores de vinos de las grandes ciudades, los “antojadizos” precios
de uva y vinos impuestos por los grandes bodegueros a todos los productores, la
ausencia de leyes que regularan la industria vitivinícola, la falta de créditos
para el financiamiento de cosechas y de la elaboración del vino, la
discrecionalidad con que se manejaban las compañías de seguros con sede en
Buenos Aires frente a los siniestros sufridos por productores en el interior
del país, entre otros factores de la vida económica, hicieron que los
empresarios de Mendoza primero, y luego los productores de San Juan,
conformaran asociaciones sectoriales para la defensa de los intereses propios.
De este modo, la vida empresaria del Abuelo Bernardo,
como así también de otros empresarios contemporáneos, fue vio complementada casi
en forma obligada por otras actividades de carácter institucional.
Así el Abuelo Bernardo formó parte del Directorio del
Banco Nación de la República Argentina, sucursal Mendoza y conformó la
Asociación Vitivinícola de Mendoza, entidad que tuvo como primeros objetivos,
evitar la falsificación de vinos y la adulteración de los mismos. Con el correr
de los años y debido a la importancia que esta institución adquirió, debido a
los aspectos económicos que interesaba como también por los efectos políticos
de sus decisiones, pronto se transformó en la Asociación Vitivinícola
Argentina, luego en la Junta Nacional Reguladora del Vino. A mediados del Siglo
XX, esta institución se transformó en el actual Instituto Nacional de
Vitivinicultura.
Las compañías de seguros de Buenos Aires cubrían los
seguros por accidentes de trabajo y por daños a la propiedad de los empresarios
y sus dependientes de Mendoza. Parece que estas compañías eran bastante
reticentes a la hora de cubrir un siniestro o de compensar económicamente a los
damnificados. Lo concreto era que ante la comprobación de un daño, los
resarcimientos no llegaban a Mendoza, ni en tiempo ni en forma, y los
empresarios debían hacerse cargo de los efectos del citado daño. Me imagino
también que los costos de tales pólizas de seguros de las compañías de seguros
de Buenos Aires debían ser elevados. Así fue como un grupo de empresarios,
entre los que se encontraba el Abuelo Bernardo, decidieron fundar y administrar
a partir del año 1923 la primera compañía de seguros de Mendoza, a la que
denominaron “La Mercantil Andina”. Actualmente, después de casi 90 años de su
fundación, esta compañía continúa prestando los mismos servicios.
Aviso del Diario Los Andes de Mendoza del Jueves 06 de Setiembre de 1923 |
Este aviso del Diario Los Andes del Jueves 06 de
Setiembre de 1923 señala algunos aspectos interesantes de resaltar por sus connotaciones
históricas.
La primera, que el Directorio estaba integrado por:
Presidente: Don Octavio Gabrielli, de “Bodega y
Viñedos Gabrielli y Baldini”.
Vicepresidente: Don Bernardo Martinez, de “Bodega y
Viñedos Bernardo Martinez y Cía”.
Secretario: Don Francisco Reina, de “A. Reina e
Hijos”.
Tesorero: Pablo Cantón.
Vocales:
Daniel Bustelo.
Osvaldo Copello, de “Copello, Siboldi y Cía”, de San
Juan.
Miguel Escorihuela Julián, de “Escorihuela y Cía”, de
Mendoza
Roberto Furlotti, de “Establecimientos Vitivinícola
Furlotti”, de Mendoza.
Juan Graffigna,
de “Santiago Grafigna Ltda.”, de San Juan.
Pascual Herraiz.
Salvador López Peláez, de San Juan.
La Mercantil Rosarina, Sociedad Anónima.
Vocales Suplentes:
Ing. Juan Carlos Alurralde.
Luis Cremaschi, de “Cremaschi Hnos y Cía”, de Mendoza.
Juan Minetto, de “Minetto Hno”.
Síndico:
Dr. Francisco A. Calise.
Síndico Suplente:
Pablo Pagés Suñol, de “Pagés, Aimerich y Cía”.
Gerente:
Eduardo Arancet
La segunda, que la Compañía de Seguros La Mercantil
Andina fue “… constituida el 29 de Agosto
de 1923…”, es decir, una semana antes de que se publicara el aviso. A
juzgar por las fechas, se podría inferir que dicha publicación sería la
primera, y a la vez, la presentación de la compañía en el ámbito comercial.
La tercera, que la Mercantil Andina comenzó a operar
en el domicilio de la Avenida San Martín 1503 y según indica el artículo, se
trató de “… la primera Compañía de
Seguros con sede en Mendoza…” y, como dato relevante de “marketing”, se
señalaba que “… Acepta Seguros
Antiincendio”.
El hecho de que
fuera la primera compañía de seguros de Mendoza no es un dato histórico menor.
El hecho que La
Mercantil Andina aceptara “… Seguros
Antiincendios…” tampoco es otro datos menor, puesto que los incendios,
junto con los accidentes laborales del personal de bodegas y fincas, eran los
riesgos más frecuentes y de mayor impacto económico y social que debían
enfrentar los damnificados, los empleados y los empleadores.
El aviso señala que
la Compañía de Seguros La Mercantil Andina “… Acepta Seguros Antiincendio…”.
A pesar de que algunas instituciones se habían sido
creadas para proteger los intereses de los empresarios de Mendoza, y para que
los créditos y demás servicios llegaran a los productores al menor costo
posible, con el correr de los años el objetivo de esas instituciones fue
dejando de satisfacer los intereses locales. Así fue como los empresarios de
Mendoza debieron formar nuevas asociaciones similares a aquellas ya creadas
pero esta vez con objetivos y efectos locales más efectivos y directo para los
productores, o bien, instituciones que los representaran conforme había
evolucionado la economía de Mendoza.
Así el Abuelo Bernardo fundó y formó parte, junto con
otros empresarios de la época, del grupo de primeros accionistas de la Bolsa de
Comercio de Mendoza, del Banco de Mendoza, del Centro de Bodegueros de Mendoza
y de la Unión de Industria, Comercio y Producción de Mendoza, que luego se
llamaría la Unión Industrial y Comercial de Mendoza.
En estas instituciones el Abuelo Bernardo Martinez
Martinez compartió lo que yo llamo “las mieles y las hieles”, es decir, los
mismos incentivos y satisfacciones, similares desvelos y disgustos con otros
hombres del quehacer vitivinícola mendocino, entre ellos, Octavio Gabrielli de
“Bodegas Gabrielli y Baldini”, José Toso de “Bodegas Pascual Toso”, Balbino,
Leoncio y Sotero Arizu de “Sociedad Anónima Bodegas Arizu”, Domingo Tomba de
“Bodegas Domingo Tomba”, Humberto y Luis Cremaschi de “Bodegas Luis Cremaschi,
Pedro Olive de “Establecimiento Vitivinícola Escorihuela”, Bautista Gargantini
(hijo) de “Bodegas y Viñedos Gargantini”.
Sin lugar a dudas Don Bernardo Martinez Martinez fue
un empresario innovador para la época en la que le tocó vivir, también fue un
pionero y un incansable emprendedor como muchos otros hombres de Mendoza.
El
legado de Don Bernardo Martinez Martinez
El Abuelo Bernardo nos ha dejado una herencia que
merece imitar, desde su tezón para emprender grandes desafíos hasta el temple
para soportar adversidades. Nos dejó, a través del carácter transmitido a sus
hijos, nuestros padres, la educación, la bonhomía y el respeto por el prójimo.
Junto a todas estas virtudes, la Fe practicada por nuestra Abuela Encarnación
ha llegado a nosotros en forma intacta.
El Abuelo Bernardo no se conformó con aquel molinero
harinero y sus “harinerías” y corralones para venta del pasto, ni con aquella
bodega y finca de 17 hectáreas que había comprado con su padre en 1898. Con el
correr de los años hasta su muerte, el Abuelo incrementó incansablemente el
patrimonio de su empresa, logró darle una dimensión tal que difícilmente hoy
podría hacerse y mantenerse, y sus resultados fueron premiados en nuestro país
y en el exterior.
Cierto es que las circunstancias y la época en que le
tocó vivir, esto es, el marco de referencia histórico de principios del Siglo
XX no es el mismo que el actual. Pero el Abuelo junto con otros hombres no
desaprovecharon la oportunidad que la vida les “puso adelante”, y fue así que ellos debieron fundar y
administrar las instituciones que necesitaron formar para que sus iniciativas y
sus empresas pudieran prosperar, instituciones que hoy en día aún siguen
funcionando y cumpliendo los roles para las cuales aquellos hombres las
concibieron, instituciones que nosotros estamos empleado para los mismos fines
y muchas veces pocas gente se pregunta cómo se fundaron.
Don Bernardo Martinez Martinez formó su familia con
Doña Encarnación Rosell i Boher en el año 1905 y tuvieron cinco hijos, tres
varones y dos mujeres, quienes a su tiempo, también se casaron y les dieron a
los Abuelos 14 nietos. La Abuela Encarnación no tuvo oportunidad de conocer
nietos, en tanto el Abuelo Bernardo sólo
conoció a muy pocos. Los Abuelos “partieron” muy temprano, antes de que
naciéramos los demás nietos.
Los hijos de Don Bernardo cursaron estudios
secundarios completos. Luis estudió enología, Bernardo Daniel hizo su carrera
de medicina en la Universidad Nacional de Buenos Aires donde se graduó de
médico, y Fernando trabajó con el Abuelo en la parte administrativa y financiera
de la Bodega y Viñedos.
Como en los años 1885 a 1890 lo hicieron Don Bernardo
Martinez Martinez y de Doña Encarnación Rosell i Boher, algunos de sus nietos
también decidieron migrar de su país natal y eligieron radicarse en otros
países distintos a la Argentina tras la búsqueda de nuevas oportunidades de
vida. Otros nietos migraron dentro de la misma Argentina por idénticas razones.
Los menos se quedaron en el terruño natal, en Mendoza, porque allí encontraron
como los Abuelos, el lugar donde vivir. Creo que todos los descendientes de los
Abuelos hemos heredado ese espíritu motivador que nos ha impulsado a “buscar y
encontrar” nuestro “lugar en el mundo”, sea donde éste se encuentre.
Creo, también, que el Abuelo Bernardo nos heredó aquel
carácter innovador que lo motivó para encarar todos sus proyectos de vida.
Por último, estoy convencido que el Abuelo y los demás
hombres contemporáneos que lo acompañaron, dejaron para las generaciones
posteriores instituciones rectoras que hoy conforman el quehacer de la vida
económica e institucional de Mendoza.
El Abuelo Bernardo Martinez Martinez murió súbitamente
de un ataque cardíaco el 24 de Agosto de 1942, a los 75 años de edad, mientras
controlaba los trabajos de poda y limpieza que se estaban haciendo en los
viñedos de su finca de Agrelo, en Luján de Cuyo. Esa mañana el Abuelo había
concurrido al Banco de Mendoza para efectuar transacciones, pero nunca se supo
qué movimiento de dinero efectuó ni tampoco cual fue el destino del mismo. El
Abuelo Bernardo murió haciendo lo que a él le gustaba hacer y por lo que luchó
durante toda su vida.
Como mencioné al inicio de este relato, Don Bernardo
Martinez Martinez nunca volvió a su Piedralba natal, como así tampoco su padre
y su madre, Don Fernando Luis Martinez y su Doña Dominga Martinez Martinez.
El Abuelo fue sepultado en el Cementerio de la Capital
de Mendoza en el área que, hacia fines del Siglo XX, fue declarada Patrimonio
Histórico y Cultural de la Provincia de Mendoza.
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