027 - Mi Abuelo Bernardo Martinez Martinez
- Nació en Piedralba, León, España, el 01 de Marzo de 1867.
- Falleció a la edad de 75 años, en Chacras de Coria, Luján de Cuyo, Mendoza, Argentina, el 24 de Agosto de 1942,
El próximo sábado 24 de
Agosto de 2013 se cumplirán setenta y un años del fallecimiento de mi Abuelo
Bernardo Martinez Martinez,
Quiero, entonces, con estas
“Historias de mi Familia” contadas a mi manera y en varias partes, homenajear
al Abuelo Bernardo, y con ello quiero también rescatar del olvido y del paso
del tiempo, su memoria, su historia de vida y el legado que dejó a su
descendencia.
Yo no conocí al Abuelo porque
nací en 1947. Sin embargo mis padres tuvieron la sabiduría de transmitirme historias
y anécdotas de la familia, a través de aquellos diálogos de padres a hijos donde
empieza a consolidarse la heredad de la familia. Cierto es que muchas de
aquellas historias novedosas para nosotros los menores incluían, entre otras
tantas, a las del Abuelo. Recuerdo que mis padres siempre hacían referencia a
su persona y a su personalidad.
Sé que fue un hombre duro y recto,
de carácter férreo y “de andar sin medias tintas”, casi como una contraposición
a su bonhomía manifestada en la familia y en la sociedad mendocina.
Así, sin haber conocido al
Abuelo, y sin haber tenido la oportunidad de “sentirme su nieto”, pude formar
de niño “mi” imagen del Abuelo Bernardo la cual atesoro desde hace muchos, pero
muchos años.
Hago expresa mención a este
desconocido sentimiento de “sentirse nieto”, porque la vida me dio la
oportunidad de ser Abuelo de mis propios nietos, valga la redundancia. Creáme
que estoy aprovechando de esta oportunidad para disfrutar de mis nietos y de
malcriarlos, en el verdadero significado del verbo y en la mayor medida que
puedo.
Digo esto de “malcriar a los
nietos” porque coincido con el pensamiento de una amiga mía, quien dice que “… a los nietos hay que malcriarlos, porque
para criarlo,… … para eso están los
padres…”.
Por alguna razón que no viene
al caso comentar ahora, hace unos cuantos años atrás “surgió en mí un impulso”
por “hurgar” el pasado y donde fuese posible, con tal saber algo más sobre quién
había sido mi Abuelo, de dónde había venido y quiénes habían sido sus
ancestros.
A poco de recorrer ese
camino, tamaña sorpresa tuve cuando fui encontrando todo aquello que me imaginé
debía buscar. Así fue como datos tras datos, recortes de diarios y revistas, y conversaciones
con familiares, fueron concatenándose para conocer al Abuelo un poco más. Así
pude reconstruir parte de su historia de vida que procuraré compartirla con
Ustedes, contada a mi manera.
Parte I – Mi Árbol Genealógico, allí
donde están las raíces de la Comarca Maragata
Mi Abuelo Bernardo Martinez Martinez nació el 01 de
Marzo de 1867 en Piedralba, un pueblito de la Comarca Maragata, inserto en la
ondulada llanura leonesa, en la provincia de León, España.
Mi Abuelo Bernardo Martinez Martinez,
en el año 1940
(Foto del archivo de Eduardo
Martinez Wurster)
Como mi Abuelo Bernardo, sus padres, mis Bisabuelos
Fernando Luis Martinez Perez y Dominga Martinez Martinez, también eran
naturales de Piedralba. Algunos ancestros de la Bisabuela, los más “viejitos”
también habían nacido en Piedralba, en tanto otros ancestros de la Bisabuela y
los del Bisabuelo Fernando fueron naturales de los otros pueblos aledaños a
Piedralba, todos ellos, antiguos pueblitos de la Comarca Maragata, en León,
España, situados en un radio del orden de los 6 kilómetros alrededor de la
histórica ciudad de Astorga, la Asturica Augusta para los romanos, fundada por
ellos en el Siglo I aC.
Algunos de esos otros apellidos ancestrales, que encontré
en los Libros Diocesanos y que conforman mi árbol genealógico, llegaron a mis
oídos durante mi niñez. Fue en aquellas conversaciones de mis padres escuchadas
con atención en la calidez de nuestro hogar, y en las historias familiares
contadas por nuestros mayores en las largas sobremesas vividas en la casa de los
Abuelos en Chacras de Coria, donde se creaba el ambiente oportuno para recordar
a los “viejitos”. Fue en ese “medioambiente” donde “afloraban” esos apellidos novedosos
para mí pero que, casi cincuenta años más tarde, volví a encontrar en los
Libros Diocesanos. Fue a partir de ese momento que esos apellidos ancestrales tomaron
la “verdadera dimensión” al quedar ubicados en mi historia familiar
Los Bisabuelos y el Abuelo Bernardo vinieron a la
Argentina y nunca más volvieron a España y allá dejaron a sus padres, a sus
tíos y muchos familiares. Mis Tatarabuelos fallecieron en Piedralba y fueron
sepultados en el Cementerio Parroquial de Piedralba, junto a sus hermanos y
tíos, y a los otros ancestros de los Bisabuelos Fernando y Dominga. Como he
mencionado en otras de estas “Historias de mi Familia”, estoy convencido que
allí en Piedralba y en los otros pueblos de la Comarca Maragata hay más ADN mío
enterrado que en cualquier otra parte del mundo.
Muchas veces pienso que quizás sea ésta una razón por
la cual, cuando uno recorre esos antiguos pueblitos españoles, camina sus
calles y busca detalles en puertas, balcones y techos, uno “siente descubrir un
cierto duende” que “corre por nuestro interior”. También pienso que ese “duende”
es quien moviliza, en algún sentido, toda esa heredad que los Abuelos y
nuestros ancestros nos legaron.
Toda vez que recuerdo esas sensaciones pienso para mí:
“…Ojalá el Señor me dé la oportunidad de
volver a “sentir esos duendes” otra vez…”
La documentación
diocesana de Piedralba, de invalorables contenidos histórico y afectivo
La documentación que se encuentra archivada en el
Archivo Histórico Diocesano de Astorga tiene para mí un inconmensurable valor
histórico y afectivo, pues allí se encuentran los registros de los nacimientos,
defunciones y matrimonios de nuestros ancestros y los de sus familias que
vivieron en los pueblos de la Comarca Maragata.
Por una cuestión de tiempo, yo sólo pude acceder a
los Libros Diocesanos de la Parroquia de Piedralba que se encontraban en el
Archivo Histórico, y al folio del Libro de Bautismos n° 2 donde se encuentra
asentado el nacimiento del Abuelo Bernardo, aún en uso en la Parroquia San
Cristóbal de Piedralba.
En base a esa información pude “reconstruir” el árbol
genealógico, pero completar nuestra genealogía y entender cómo fueron las
relaciones entre las familias de nuestros ancestros, debería investigar
también, la información contenida en los Libros Diocesanos de las Parroquias de
Oteruelo, Bustos, Morales del Arcediano, Curillas, Arrabal de San Andrés Extramuros
de la Ciudad de Astorga, Celada, por mencionar solo algunos de los otros
pueblos de la Maragatería en cuyas Parroquias habría que “hurgar”.
Los Libros
Diocesanos de la Parroquia de Piedralba atesorados en el Archivo Histórico
Diocesano de Astorga. (Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
La información que pude reunir en mis visitas a
Piedralba y al Archivo Histórico Diocesano de Astorga me permitió conocer
quiénes fueron mis ancestros hasta el año 1720. Así pude dar forma a relaciones
de nuestros antecesores y de sus descendientes y pude “armar” mi árbol
genealógico “remontando” las relaciones familiares hasta el año 1720.
No he podido “adentrarme” más allá del año 1720 por
falta de datos.
Sin embargo, en el Primer Libro Diocesano de
Bautismos de la Parroquia de Piedralba, que data del año 1687, el apellido
Martinez ya estaba presente. En efecto, en el Folio 2 de ese Libro n° 1 figura
uno de los primeros nacimientos que fuera asentado el 10 de Setiembre de 1693
de un niño cuya madre fue Antonia Martinez.
El primer
Folio del Libro de Bautismos n° 1 de la Iglesia Parroquial San Crstóbal de de
Piedralba, del año 1687. (Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
Dicho registro de bautismo expresa textualmente:
“… En diez días
del mes de Septiembre de mill y seis cientos y nobenta y tres años, yo Miguel
Blanco, Cura deste lugar Piedralba baptizé solemnemente y puse los Santos óleos
a un niño que se le puso el nombre de Miguel, hijo legítimo de Miguel Calbo y
Antonia Martinez, su mujer, vecinos de este lugar, fueron sus padrinos Martín
de Villalba y suija Juana de Villalba viuda que quedó de Gregorio Mrz, vecinos
que fueron del lugar de Oteruelo, y el padrino y padre de la madrina y aguelo
de la madre del bautizado nieto del padrino, y los aguelos paternos fueron
deste lugar Miguel Calbo y María Quintana y los maternos de Oteruelo…”.
(Para vuestra referencia, he respetado la forma de la
escritura tal como aparece en el documento. La palabra “mill” corresponde a
“mil”, “nobenta” es “noventa”, “deste” es “de este”, “baptizé” corresponde a
“bauticé”, “siuja” es “su hija”, la breviatura “Mrz” corresponde a “Martinez”,
y “aguelo y aguelos” corresponde respectivamente a “abuelo y abuelos”):
Folio 2 del Libro de Bautismos n° 1 de la Iglesia
Parroquial San Cristóbal de Piedralba
Imagen Parcial del Folio n° 2 del Libro de Bautismos
n° 1, en donde está asentado el bautismo del niño Miguel Calbo Martinez del 10
de Setiembre de 1693
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)
Analizado el documento anterior entiendo que la
Señora Antonia Martinez, la madre del niño bautizado, era natural de Piedralba,
y al mismo tiempo puedo inferir que la Señora pudo haber tenido en el año 1693,
al menos entre veinte y treinta años de edad. En ese caso, esta persona habría
nacido alrededor del año 1660. Puedo decir entonces que la familia Martinez a
la cual perteneció la Señora Antonia Martinez ya habitaba en Piedralba hacia la
segunda mitad del Siglo XVII.
Con algún grado de incertidumbre y con mucha
“reserva” sobre eventuales vínculos de parentesco anteriores a esa fecha,
podría suponerse que debió existir una relación familiar entre el último
ancestro de mi Árbol Genealógico comprobado del año 1720 y la Familia Martinez
presente en el año 1693.
Luego, con un alto grado de especulación de mi parte
por falta de otros datos, y también con una “buena cuota de optimismo”, podría
suponer que la familia Martinez a la que pertenecía la Señora Antonia Martinez
pudo haber formado parte de nuestros ancestros más antiguos en Piedralba.
Si esta suposición se pudiera confirmar en un futuro,
podríamos llegar a concluir que los Martinez de nuestra familia, “los más
viejitos”, ya pudieron haber habitado Piedralba desde la segunda mitad del
Siglo XVII y que nuestros ancestros ya residían en la Comarca Maragata hace más
de 350 años.
A estas conclusiones he podido llegar gracias a la
información del Archivo Histórico Diocesano de Astorga.
Pienso que si esos registros parroquiales se hubieran
empezado a escribir antes del año 1693, nuestros ancestros del Siglo XVII y
anteriores, hubieran quedado registrados en esos imaginados libros. En este
hipotético caso nosotros hubiésemos tenido una posibilidad de conocer los
nombres de esos ancestros, los de sus ascendencia y descendencia. No sólo
hubiera sido suficiente que esos libros hubiesen sido escritos, sino también, que
los imaginados registros pudieran haber sido conservados hasta hoy de la misma
forma y con igual idoneidad como lo han hecho el Archivo Histórico Diocesano de
Astorga y toda su gente, quienes trabajaron por más de tres siglos atesorando,
custodiando y manteniendo estos documentos que hoy tienen un indiscutible e invalorable
carácter histórico y afectivo.
Mi árbol
genealógico por la Rama Martinez
Me
costó mucho entender cómo eran las relaciones familiares de nuestro apellido
Martinez con aquellos otros apellidos que mis padres y mis mayores mencionaban
en esas reuniones familiares en mi hogar y en las sobremesas en el patio de
Chacras de Coria.
Cuando
analicé la información contenida en los registros del Archivo Histórico
Diocesano de Astorga, pude entender cómo eran las relaciones de mis ancestros
debido a la repetición de nombres y apellidos de unas y otras generaciones desde
1720, muchas veces relaciones familiares con nombres y apellidos entrecruzados.
Una vez que comprendí como estaban relacionados, pude finalmente armar mi árbol
genealógico. Debo confesar que no fue una tarea fácil, creo que fue un
verdadero “rompedero de cabezas”.
Fue
durante el proceso de “armado del árbol” cuando “comencé a atar cabos” y
entendí cómo eran las relaciones familiares entre los apellidos mencionados en
aquellas sobremesas y los que ordenadamente aparecían, ahora, en mi árbol. En rigor
a la verdad debo decir que, a pesar de haber completado el árbol genealógico de
mis ascendentes, ha “quedado en el
tintero” un “grupo grande de nombres y apellidos” que conforman relaciones
familiares y de amistad que aún no he logrado vincular. Me refiero en
particular a los nombres y apellidos de testigos de casamiento y de padrinos de
bautismo, los cuales son, en muchos casos, hermanos, primos, tíos y abuelos, en
otros, supuestos amigos de las familias. Pero en la mayoría de los documentos
se repiten los mismos nombres y apellidos, en unos documentos algunos “ofician”
de padres, en otros de testigos o padrinos.
Alcanzo
a entender entonces, que este conjunto de información da a entender que todas
esas personas eran parte de una misma comunidad que compartía mucho más que el
mismo “territorio geográfico”. Es éste un ejemplo de una de las costumbres más
antiguas de los maragatos, la de relacionarse familiarmente entre miembros de
la misma comunidad, de un mismo pueblo, aún a riesgo de ser miembros más
o menos cercanos de la misma familia.
En
el árbol genealógico hay un ejemplo de esta forma de relacionarse entre los
maragatos. Los Bisabuelos de mi Bisabuelo Fernando y los Bisabuelos de mi Bisabuela
Dominga eran las mismas personas. Me refiero a Don Antonio Andrés y a Doña Juliana
del Río Feijoo, cuyas hijas, Paula Andrés del Río era la Abuela del Bisabuelo
Fernando, y Josefa del Río Feijoo era la Abuela de la Bisabuela Dominga.
Es
claro que no me detuve solamente en armar el árbol genealógico de mis ancestros
sino que además, por una curiosidad lógica, o por el simple espíritu de
investigación, también encaré el armado del árbol genealógico de los descendientes
de las ramas que se desprendieron de aquellos ancestros del año 1720 hasta hoy.
Y vaya que se ha formado “un frondoso árbol” con ramas en España, Francia,
Estados Unidos, Australia y Argentina por supuesto.
Así
han resultado “ramas bien firmes” por la certeza de los datos. Hay también ramas
de ese árbol con descendientes de “parientes hoy muy lejanos” de la Maragatería,
y hay otras ramas, a las que yo les llamo las “ramas medias flojitas de
papeles”, en las que he debido suponer vínculos “virtuales” (o “eslabones
perdidos”) para “asirlas” al árbol principal o a esas ramas familiares “bien
firmes”. Lo importante de identificar estas últimas ramas, las “flojitas de
papeles”, es que en el futuro podrían aparecer nuevos datos, y en tal caso esos
vínculos hoy supuestos deberían definitivamente confirmarse o descartarse.
Debo
decir también que, con motivo de mi investigación, tuve que consultar otras
fuentes de información aparte de la del Archivo Histórico Diocesano de Astorga,
y fue así cómo me he encontrado con muy gratas sorpresas.
He
conocido y me he relacionado con gente que no tenía idea de su existencia. Así
he podido saber algo de ellos y en algunos casos hemos podido confirmar nuestra
relación de parentesco, en otros casos las relaciones resultaron relativamente
cercanas, en otras muy lejanas, y en muy pocas, “lejanísimas”.
También
he recibido referencia de personas que contacté que comentaron que sus
ancestros conocían a los Abuelos Martinez Rosell por alguna “relación familiar
no descubierta aún”, contactos que nuestros ancestros habrían mantenido en las
primeras décadas del Siglo XX. Lamentablemente no hemos podido establecer hasta
el presente, en estos casos, los vínculos familiares que habrían unido a esas personas con los Abuelos, debido a la falta de información de ambas partes.
En
otros casos, he encontrado datos de personas que fueron censadas en el Censo
Nacional del año 1895 en Argentina, cuyos nombres, fechas de nacimiento y
nacionalidad española son coincidentes con los registros diocesanos de
hermanos, primos y sobrinos de los Bisabuelos Fernando Martinez Perez y Dominga
Martinez Martinez. No tengo la certeza para decir que ellos son efectivamente
familiares.
En
otra historia de estas “Historias de mi Familia” contaré acerca de estos
hallazgos de mis investigaciones sobre las distintas ramas de descendientes de
ese “frondoso árbol”, para que los mismos queden registrados y, en todo caso si
alguno de los descendientes de la Familia tiene interés y acceso a nueva
información, pueda confirmar o descartar esas eventuales relaciones familiares.
Mi árbol genealógico de ascendentes que he podido
reconstruir desde mí hasta el año 1720 lo he dividido en tres cuadros para la
mejor visualización:
- El primer cuadro corresponde al árbol genealógico que parte de mí hasta mis Bisabuelos Fernando Luis Martinez Perez y Dominga Martinez Martinez, y comprende el período de la familia entre los años 1947 a 1836.
- El segundo cuadro corresponde al árbol genealógico de ascendentes del Bisabuelo Fernando Luis Martinez Perez hasta su ancestro del año 1720, y comprende el período de la familia entre los años 1836 a 1720.
- El tercer cuadro corresponde al árbol genealógico de ascendentes de la Bisabuela Dominga Martinez Martinez hasta su ancestro del año 1720, y comprende el período de la familia entre los años 1839 a 1720.
Hola mi bisabuela se llamaba Marta Perandones Franco de Santiago Millas
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