Entiendo que es importante
escribirlas, pero más aún, poderlas compartir con quienes puedan apreciarlas.
Uno debe alcanzar ese objetivo, porque en caso contrario, esas ideas se perderían
en el olvido.
Creo que este concepto,
aplicable a todo tipo de ideas, sintetiza el motivo que me llevó a escribir las
historias de mi familia. Creo que es el principio de una larga historia que, en
la medida que puedan generarse otras “vertientes” de información, sobretodo,
otras interesadas en continuar, no tiene punto final.
En el año 1994, debido a una
situación personal vivida, vinieron a mi mente recuerdos de la infancia que me trasladaron
a mi niñez. Ellos llegaron como una avalancha de imágenes del pasado expuestas
en mi memoria. Como si alguien las hubiesen empalmado en una película.
Aquel evento del año 1994
llevó a que varios miembros de mi familia se reencontrasen después de muchos
años y, como ocurre en las reuniones de este tipo, los recuerdos y las
anécdotas estuvieron a la orden del día y fueron en repetidas oportunidades el
eje de las conversaciones. Fueron, después de superadas las primeras preguntas
de rigor de todo encuentro, el elemento en común de qué hablar entre tantos
familiares de varias generaciones. Aquel fue, dentro de todo, un ambiente propicio
para que surgieran esos recuerdos bien guardados por cada uno de nosotros.
Ciertamente aquel “medioambiente
familiar”, pleno de anécdotas del pasado, trajo a mi memoria recuerdos de
innumerables vivencias y lugares, también de muchas personas que conocí en vida
o a través de fotos. Hubo recuerdos que emergieron primero y otros que decantaron
después con el correr de los días y de los meses. Otros vinieron con los años a
medida que la investigación avanzó. Pero en un primer plano siempre estuvieron todos
aquellos recuerdos de los momentos vividos en familia y en el recurrente ambiente
de la casa de los Abuelos y de la Bodega en Chacras de Coria.
Ciertamente el revivir esos
recuerdos fue el comienzo de una larga investigación y de una lenta
recopilación de datos e informaciones que no se termina. Digo esto porque cada
vez que se encuentra algún “cabo suelto por atar”, aparecen otros datos nuevos
por buscar. Muchas veces estuve a punto de abandonar esta investigación por
falta de caminos por dónde seguir, pero insistiendo, cada vez que encontré una
pista segura o un dato de esos que “atan los cabos sueltos”, las satisfacciones
fueron enormes. Estas son en definitiva “las zanahorias que alguien nos pone (o
que uno se pone) delante del carro” para seguir investigando.
Gracias a esas
investigaciones pude establecer relaciones familiares y pude conocer personas de
quienes yo no tenía la más remota idea que existieran. Tuve la oportunidad de
visitar los pueblos natales de los Abuelos Don Bernardo Martinez Martinez y de
Doña Encarnación Rosell Boher, y en cada uno de ellos pude captar imágenes de
los lugares antiguos por donde ellos pudieron haber “pasado y pisado”. Ni hablar
de las sensaciones que sentí cuando pensé estar pisando las mismas piedras que
ellos pudieron haber pisado. Tampoco quiero explayarme ni hablar, todavía, de
cuando me encontré frente a los atrios y las puertas de las respectivas
iglesias parroquiales donde los Abuelos fueron bautizados, acompañados por los
Bisabuelos y los testigos. Allí pensé, “… ellos
estuvieron aquí hace casi 150 años… y ahora estoy yo…”. También pude tener
en mis manos y pude leer los libros parroquiales originales donde quedaron asentados
los matrimonios, los nacimientos y las defunciones de los ancestros de las respectivas
familias de los Abuelos.
Cada hallazgo de esta
investigación tuvo, a su tiempo y en su forma, una satisfacción particular,
muchas veces teñida de sentimientos encontrados. Digo esto porque tuve por un
lado la satisfacción de haber encontrado “algo valioso”, por otro, la certeza
de que lo encontrado devendría en nuevas líneas de investigación posiblemente con
resultados no seguros, siempre dirigidas hacia el pasado, siempre hacia “donde
cada vez hay menos datos”.
Durante el curso de mis
investigaciones encontré los siguientes conceptos que me hicieron comprender
por qué uno se embarca en este tipo de proyecto de investigación:
“… Raro
es el hombre que en algún momento de la vida no se interesa por sus orígenes:
quiénes eran sus bisabuelos, a qué se dedicaban, de dónde eran...”.
“… Cuando
este interés se lleva más allá de unas pocas generaciones empieza a crecer un
frondoso árbol que, a menudo, nos saca de nuestra comarca para extenderse por
las vecinas, otras provincias, y aún países y continentes distintos...”.
Estos párrafos fueron escritos
por Don Fernando González del Campo
Román en su libro “Apellidos y
Migraciones internas en la España cristiana de la Reconquista”. En ellos identifico mi
interés por investigar, escribir y rescatar del paso del tiempo la historia de
mi familia.
Es una lástima., para mí, que
el momento en el que me interesé por conocer los orígenes de los Bisabuelos y
de los Abuelos fue algo tarde, todo empezó cuando muchos de mis tíos y mis
padres quienes habían vivido sus historias, ya se “habían ido”. Creo que con
ellos en vida todo hubiera sido más fácil, más preciso a la vez.
Pero creo que, independiente
de cual sea el momento en que a cada uno de nosotros le surja esta iniciativa por
investigar los orígenes, la tarea hay que hacerla porque es una forma de honrar
la memoria de “nuestros viejitos”, es una manera rescatarlos del olvido.
Edi: persistente, tenaz, admirable... "pocas son las personas capaces de recorrer este camino"... de buscar y rebuscar; de caer y recaer, y siempre dando un paso más.
ResponderEliminarTe seguimos con mucho cariño...
Un beso
Gracias Cristina y Rolo por vuestro comentarios, por vuestras alentadoras palabras.
ResponderEliminarMagnifico trabajo, magnifica historia y magnifica persona la que quiere brindar ese recuerdo a sus antecesores..., desde Astorga, centro neuralgico de la tierra que dejaron atras tus abuelos un dia, recibe el agradecimiento por contarnoslo. Con tu permiso me he tomado la libertad de compartirlo con los seguidores de este perfil https://www.facebook.com/photo.php?fbid=665886903431428&set=a.104051136281677.8016.100000303741380&type=1&theater¬if_t=like espero que te guste.
ResponderEliminarHola "Difundir Astorga Preciosa":
EliminarCon mucha alegría y no menos sorpresa, he encontrado primero en mi correo electrónico, luego en mi Facebook, tu bonito comentario y tu magnífica propuesta para "Difundir Astorga Preciosa".
Como habrás leído en la "Historias de mi Familia" redactadas, y lo digo así, porque aún tengo "muchas otras en el tintero" por escribir, he encontrado en la tierra maragata mis orígenes, y allí, en Piedralba, hay "enterrado" en ese antiguo cementerio parroquial más ADN mío que en otra parte del mundo. Presiento, que en los otros pueblos de la Maragatería, también deben haber vestigios de mis ancestros y de los descendientes de los hermanos, primos y tíos de mis Bisabuelos que se quedaron en aquella tierra leonesa por allá, por al año 1890.
Tan "prentado" he quedado de esas vivencias y recuerdos atesorados en mi primer viaje a Astorga y la Maragatería en 2011, que he prometido volver para continuar encontrando ancestros. Así fue cómo descubrí en ese viaje los orígenes de las ciertas costumbres culinarias y la gastronomía que conocí en mi casa. He quedado tan identificado con esa tierra astorgana que debo volver.
Mucho agradezco tus comentarios sobre mis "Historias de mi Familia", las cuales habrás interpretado, están escritas sin más razón que aquella que "sale de adentro". También mucho aprecio que las hayas hecho conocer a través de tu portal de Facebook.
A medida que vaya sacando de "mi tintero" aquellas historias pendientes de mis ancestros "llioneses" en Argentina, y cómo ellos fueron dejando herederos, te las haré llegar por este medio.
Recibas mis aprecios. Atentamente, Eduardo.