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El primer viaje a los terruños de los Abuelos: Piedralba en León, y Sant
Salvador de Toló en Lérida, España
Algunos viajeros estudian con
cierta anticipación por dónde han de pasear y determinan así qué es lo que
convendrá visitar en cada lugar y qué es lo que no.
Yo soy uno de esos “viajeros”
que gusta planificar los viajes, de esos que les gusta “viajar de antemano”. Pero
este interés por conocer los lugares elegidos por visitar sólo comprende ciertos
aspectos, para el resto de ellos luego dejo que el lugar me “sorprenda” a cada
paso de manera de ir “descubriendo” los encantos de cada sitio. Si me gusta el
lugar visitado, luego cuando retorno a casa, vuelvo a recorrerlos ahora “acompañado”
por las imágenes satelitales de Google Earth, por artículos publicados en Internet
y por las fotos que pude tomar.
Debo aclarar que no soy de
aquellos viajeros que leen cuanta guía turística se publica, y menos aún,
lector de aquellos libros de viaje “gorditos”, pesados y plenos de letras y
fotos “chiquitas” que cuestan leer. Siempre sucede que uno tiene que consultar estas
guías de viaje “gorditas” cuando no hay suficiente luz, o cuando te has
olvidado los anteojos para “leer de cerca”. Sin embargo debo reconocer que la
información que estos “gorditos” contienen es interesante pero son poco
prácticos e incómodos de consultar y de llevar durante los recorridos diarios.
Es allí cuando estas guías se vuelven odiosas y terminan en un bolso en el
hotel o en la guantera del auto. Es decir, siempre a trasmano. Algo para
agregar a favor de estos libros “gorditos”. Son ideales para guardar tickets
usados de subte u ómnibus o cualquier otro papel que uno no sabe dónde poner
durante las recorridas diarias. Luego cuando uno intenta consultar el “gordito”
en el lugar y la oportunidad deseada, el “gordito” se abre por donde él quiere,
no por donde uno lo necesita, y se cae cuanto papel se ha guardado. Es aquí
cuando la paciencia por llevar al “gordito” de paseo llega a su límite.
Yo prefiero conocer los
lugares que he de visitar a través de Google Earth y otros sitios de Internet.
En estos sitios web hay información actualizada con datos y fotografías que
otros viajeros anteriores han captado y permiten recorrer “virtualmente” los
caminos y las ciudades por donde uno planea viajar. Es un modo práctico de
conocer de antemano los sitios que uno ha de encontrarse durante el viaje. Al
regreso, como mencioné, es también una herramienta útil para volver a viajar
desde la casa.
Es así como conocí antes de
viajar Piedralba y Sant Salvador de Toló, los respectivos pueblos natales de
los Abuelos Bernardo Martinez Martinez y Encarnación Rosell Boher. Los visité virtualmente
durante un par de años antes de nuestro primer viaje a los terruños de los
Abuelos. Fue así como supe por donde debía dirigirme y por cuales ciudades
debía pasar para llegar a estos pueblos de España, bien distantes uno de otro.
Piedralba se encuentra en la llanura leonesa sobre el extremo noroeste de
España, y Sant Salvador de Toló en Pallars Jussá, en Lérida, Cataluña, en el
medio de los Pirineos Catalanes cerca de la frontera española con Andorra.
Mi
primer viaje a Piedralba y a Sant Salvador de Toló
Mi primer viaje a Piedralba y
a Sant Salvador de Toló lo realicé en Mayo de 2011. Lo he denominado así, “mi
primer viaje”, porque espero realizar unos cuantos más. Cada vez que vuelvo a
ver mis fotos tomadas en el viaje o veo las fotos puestas en Internet por otras
personas, o leo artículos sobre los pueblos y la gente de los terruños de los
Abuelos, recuerdo las entrañables sensaciones que tuve mientras caminaba por las
calles de esos pueblitos, mientras observaba las paredes y portones de casas antiguas,
muchas de ellas ya “cansadas de tanto estar allí, cansadas de tanto vivir”.
Como creo que ya mencioné, no tengo palabras para describir las sensaciones
percibidas en esos pueblitos, especialmente me refiero a aquellas sentidas cuando
me detuve frente a los atrios y los portales de las respectivas iglesia
parroquiales donde los abuelos fueron bautizados.
En esos sitios percibí sensaciones
“intensas” y únicas. No sé si el adjetivo “intensas” es el correcto para
describirlas, pero ciertamente fueron sensaciones fuertes que sentí por primera
vez. Cuando estuve en los atrios frente a los portales de las respectivas
parroquias me pasó por la mente la idea que los Abuelos habían traspasado esos mismos
portales posiblemente en brazos de los Bisabuelos, hace aproximadamente ciento
treinta o ciento cuarenta años atrás, el día de sendos bautismos, el Abuelo
Bernardo el 03 de Marzo de 1867 y la Abuela Encarnación en Febrero de 1885. Esas
sensaciones “intensas” fueron recurrentes al momento en que me encontré parado
frente la antigua y desvencijada puerta del cementerio parroquial de Piedralba,
y cuando llegué al diminuto predio que fuera el cementerio parroquial de Sant
Salvador de Toló. En ambos momentos presentí que en esos sitios se encontraban
sepultados ancestros nuestros, por decirlo en términos más técnicos y modernos,
inferí que en esos cementerios había enterrado
más ADN mío que en otra parte del mundo.
Mientras recorría las calles
solitarias de esos pueblos, percibí también a cada paso que podría estar
“pisando las mismas piedras” que los Abuelos, de niños, pudieron haber
caminado. En cada oportunidad en la cual fijaba mi vista en algún detalle de
ese medioambiente, imaginaba a los Abuelos, a su tiempo, percibiendo imágenes
similares a las que yo tenía enfrente a mí. No tengo palabras para describir
las sensaciones “sentidas” cuando pensé que aquellos mismos caminos, imágenes y
paisajes que tenía frente a mi fueron “familiares” para nuestros Abuelos, también
para nuestros ancestros y los suyos, durante mucho tiempo, por casi trescientos
años.
Me resulta difícil transmitir
cómo fueron esas sensaciones. Creo que la descripción de estas sensaciones sólo
pueden llegar a entenderse en alguna medida si alguno de nosotros “pasó” por
una situación similar.
Quise encontrar alguna
evidencia de personas que se hubieran quedado en Piedralba y en Sant Salvador
de Toló al momento de la partida de los Abuelos y Bisabuelos. Busqué a quien me
pudiera dar alguna referencia de ellos o de los Bisabuelos, o de los familiares
que se quedaron allá. Si bien pude entrevistar a personas en ambos pueblitos, no
encontré quien me pudiera dar referencia alguna sobre los Martinez y sobre los
Rosell i Boher. Fue como si se los hubiera “tragado la tierra”. En mi
razonamiento silencioso, mientras hacía mis preguntas y recibía las respuestas
de las personas entrevistadas, comprendí que habían pasado muchos años sin
noticias de estos parientes de España. En realidad han pasado entre 120 y 130
años desde aquellas partidas de los Abuelos de sus terruños. Es atendible que
se hayan “perdido en el tiempo” toda vinculación familiar.
Cada vez que recuerdo esas
sensaciones e imágenes percibidas en este mi primer viaje, imagino que habrán
quedado olvidadas muchas historias de estos pueblos y muchas historias de
nuestros ancestros que no fueron contadas por los Bisabuelos a sus hijos, y por
nuestros Abuelos a nuestros padres y a nosotros. Imagino entonces cuántas
historias de las “Historias de mi Familia” habrán quedado perdidas en el
tiempo, cuántas habrán quedado “atrapadas en esa magia” que tienen Piedralba y
Sant Salvador de Toló.
Cada vez que recuerdo estas
cosas siento que mis sentimientos por mi Familia están aquí en esta tierra
argentina, pero también están allá, en Piedralba y en Sant Salvador de Toló.
Percibo que allá, en esos pueblitos de España, existen historias de mi familia
por conocer, sobretodo las historias de los descendientes de la parte de mi
Familia que se quedó en España.
Por todas estas razones
apuntadas, a pesar de que no soy escritor, tampoco así lo siento, me he animado
a escribir de esta manera las pocas historias de mi Familia que conozco y aquellas
que estoy conociendo con el devenir de estos viajes y de mis investigaciones
sobre la Familia.
Al mismo tiempo que decidí
escribirlas, quizás por una inquietud personal por conocer más, investigué los
entornos que nuestros Abuelos pudieron haber vivido con el único interés de
entender y comprender muchas de las cosas que sucedieron en sus vidas y en las
nuestras. Quizás, para llegar a comprender
por qué razón los Bisabuelos y sus familias decidieron dejar sus
terruños y sus familias para aventurarse en una tierra desconocida como
Argentina.
Esto de escribir estas
historias a mi manera tiene al menos para mí un único objetivo, deseo evitar
que las historias de la familia se sigan perdiendo en el tiempo.
Es más, desearía que estas
historias se pudieran “enriquecer” en un futuro con las nuevas por venir. Será
entonces, como “condición necesaria y suficiente”, que alguno de nuestros
descendientes se interese por escribir, y quizás esto ocurra cuando llegue el
momento de su vida en que surja su interés por conocer “…
sus orígenes…”, por
saber
“…quiénes eran sus bisabuelos, a qué se dedicaban, de dónde eran...”.
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