viernes, 26 de octubre de 2012

014 - Mientras recorría Piedralba, pregunté por los Martinez Martinez


014 - Mientras recorría Piedralba, pregunté por los Martinez Martinez

Cuando estuve en Piedralba pude entablar diálogos con tres personas. A las tres les hice las mismas preguntas y ninguna de ellas dijo conocer a los Martinez. Ellas tampoco sabían si había otras personas en Piedralba que me pudieran dar alguna referencia sobre los parientes que pudieron haber quedado en el pueblo, luego de la partida de los Bisabuelos Don Fernando Luis Martinez Perez, y Doña Dominga Martinez Martinez, del Abuelo Bernardo y sus dos hermanas Josefa y María por allá, entre 1880 y 1890.

Pero de algo yo ya estaba seguro, que los Martinez Martinez eran de Piedralba.

Los tres interlocutores dijeron que ellos habían venido al pueblo hacía pocos años, y que por esta razón, no sabía acerca de los antiguos habitantes. Sí sabían “… que de Piedralba se habían ido muchas familias para Argentina y que nunca habían vuelto…”.

Cuando recuerdo estas conversaciones con los lugareños me viene a la memoria lo mencionado por el Cura Párroco: “…No se le vaya a ocurrir reclamar propiedad alguna de sus ancestros en Piedralba…”.

Me pregunto si estos lugareños efectivamente no conocían a los Martinez, o, si no estarían a la defensiva de que alguien foráneo como yo pudiese venir y reclamar propiedades pertenecientes a quienes se fueron y que nunca más volvieron a Piedralba.

Lejos estuvieron mis preguntas de cualquier intención por indagar sobre propiedades. Mi interés sobre las eventuales respuestas sólo se centraba en saber qué habría sido de la vida de aquellos familiares de los Bisabuelos que se quedaron en Piedralba al momento de su partida hacia Argentina. 

Ciertamente que no estaba en aquel momento en Mayo de 2011, ni lo está ahora, en mi espíritu y en mi intención, investigar sobre ese aspecto. Estoy convencido que no tiene sentido alguno saber si los Martinez que se vinieron a Argentina hace 120 ó 130 años atrás, dejaron o no propiedad alguna en Piedralba a cargo de sus parientes. Nuevamente, sólo me interesé y me interesa, como desde el principio, saber qué fue de aquellos familiares de los Bisabuelos que se quedaron en España entre 1880 y 1890 y cómo nuestra familia ”de allá” se fue diseminando por España y por otras partes del mundo desde aquellos años hasta hoy.

Lo concreto es que si esta presunción mía es la razón del silencio de los lugareños de Piedralba, será difícil saber qué es lo que pasó con aquella rama de los Martinez. Creo también que de ser así, será muy complejo encontrar “la punta del ovillo por desenredar”, y saber dónde se podrían encontrar los actuales descendientes.

Luego de conocer que los Martinez eran naturales o tenían relaciones de parentesco o amistad en todos esos pueblitos vecinos de la Comarca de la Maragatería, que en los libros diocesanos se registran a los Martinez y sus ancestros desde 1693 en toda la Comarca Maragata, y luego de saber que el cementerio parroquial de la Parroquia de Piedralba guarda los restos de muchos de los ancestros de Don Fernando Martinez Perez y de Doña Dominga Martinez Martinez, intuyo que debe haber gente de Piedralba, o de los pueblitos de la Margatería, que conoce a dónde fueron y qué fue de la vida de los descendientes de los Martinez que se quedaron allá.

Sólo sé que cuando estuve en Piedralba me sentí identificado con el lugar, sentí que las callecitas y sus casas, que la fuente de piedra albina y la parroquia misma eran, en algún sentido, “familiares”. Como dije anteriormente, percibí sensaciones como si yo hubiese conocido el lugar, como si yo hubiera estado en alguna otra oportunidad. Sin lugar a dudas todo esto es muy subjetivo, pues nunca antes había estado en Piedralba.

Me fui de Piedralba y de Astorga con sensaciones “encontradas”. Supe que nuestras raíces están allí, pero nadie me pudo brindar otra información distinta de aquella escrita y registrada en los archivos diocesanos. Me fui con ganas de volver a Piedralba, creo, de una forma semejante a cómo lo hicieron los Bisabuelos y el Abuelo en su momento, “… con la promesa de volver algún día…”.

Me fui de Piedralba y de Astorga satisfecho porque encontré mis “raíces”. Ahora sé de dónde venimos y dónde se encuentran enterrados nuestros ancestros Martinez en España.

Dejamos atrás a Astorga y en nuestros recuerdos quedó la imagen de los campanarios de la Catedral de Santa María “emergiendo de entre los techos rojizos” de la ciudad.


Los campanarios de la Catedral de Santa María “emergiendo de entre los techos rojizos”.
Ésta fue nuestra última mirada a Astorga mientras salíamos por la Carretera de Sanabria,
la Ruta LE – 133, que nos llevaría unos kilómetros más adelante al cruce de la Autovía del Noroeste, la A6. En nuestro camino de regreso a Argentina, esta Autopista A6 nos llevó primero a Salamanca y luego a Madrid. (Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)



miércoles, 24 de octubre de 2012

013 – Conociendo Piedralba un poco más …


013 – Conociendo Piedralba un poco más …
  
El pueblo de Piedralba está ubicado en la Provincia de León, en el “centro” de la Comarca Maragata, casi en el extremo noroeste de la Península Ibérica.

Para las distancias que nosotros acostumbramos recorrer en Argentina, Piedralba está “a un paso” de Galicia, de Asturias, de la Cantabria y de Portugal.

Don Juan Antonio Carro Celada, sacerdote, periodista, poeta, profesor y director de la revista “Ecclesia”, escribió acerca de los pueblos de la Maragatería:

“… Hay tierras musicales y hay tierras terrenales. Pero también hay tierras que bajo su parda corteza guardan la alegría viva y coloreada de la música. La Maragatería es una de ellas…”.

No tuve oportunidad de “vivir” la alegría de la música maragata mientras estuve en Piedralba. Tampoco pude apreciar los “colores” de su música. Pero el simple hecho de haber conocido las callecitas y la arquitectura maragata de sus casas, y el haber estado frente a la Iglesia Parroquial donde el Bisabuelo Fernando, la Bisabuela Dominga y el Abuelo Bernardo Martinez Martinez fueron bautizados en los años 1836, 1839 y 1867, fueron elementos suficientes para quedarme “atrapado” en esa “magia” que tiene la tierra maragata.

No me imagino cuánto más hubiera quedado “atrapado” si hubiera sabido de parientes que se quedaron en España después de la partida de los Bisabuelos entre los 1880 y 1890, o si hubiera conocido esa “…alegría viva y coloreada de la música…” del Pueblo de Piedralba.

Piedralba, ubicándolo en el mapa de España


Ubicación de Piedralba en la Península Ibérica. Con un “pinche” amarillo se muestra Piedralba, con uno verde Sant Salvador de Toló el pueblo de los Abuelos Rosell Boher, y en trazo color naranja el Camino  Aragonés de Santiago partiendo desde Somport
(Fuente de información Google Earth)
(Foto satelital capturada y guardada en el archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Piedralba, ubicándolo sobre la tierra maragata

Piedralba, enmarcado en la llanura de León, es un pueblo rural rodeado de campos cultivados con trigo y con pasturas para el ganado. El pueblo está compuesto por un conjunto de casas chatas de típica construcción maragata, con paredes de piedras lajas mampuestas, algunas casas antiguas “lucen” techos de piedras lajas, otras reconstruídas, “lucen” las típicas tejas españolas muchas de ellas construidas a manos. Algunas casas “muestran” sus portones “cansados de tanto abrir y cerrar”, otras casas ya en “silencio”, se “presentan” al turista sin techos y con sus portones desvencijados que nos “insinúan” que fueron cerrados hace mucho tiempo. Su caserío y sus calles acompañan las ondulaciones de la llanura “llionesa”. Por sobre los techos de sus casas, se distingue desde lejos la espadaña de la Iglesia de San Cristóbal con sus antiguas campanas.  

Todos estos pueblos de la Maragatería, entre ellos Piedralba, tienen un denominador común. Todo está en orden y quietud a la vista del visitante. Las calles no tienen gente ni vehículos, tampoco hay papeles o plásticos “tirados a la deriva”.


Esta es la vista que ofrece el caserío de Piedralba al viajero cuando ingresa desde Astorga por el camino vecinal CV- 193-5, En el perfil ondulante de la llanura se distinguen en el conglomerado de casas bajas con techos de tejas rojizas, la espadaña y el campanario de la Iglesia Parroquial San Crstóbal. El bosquecillo detrás del pueblo corresponde a las riberas del Río Turienzo que recorre los diversos pueblos de la Comarca Maragata.
(Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Piedralba es, para ponerlo en dimensiones, un pueblo de no más de trescientos metros largo por casi ciento veinte metros de ancho. Ciertamente es un pueblo en donde todo está cerca y, seguramente, en donde todos se conocen.


Vista satelital del pueblo de Piedralba, España en el Año 2012
(Fuente de información Google Earth )
(Foto satelital capturada y guardada en el archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Aquí se identifican para referencia las dimensiones del pueblo, también, la Iglesia Parroquial y el antiguo Cementerio parroquial. 
En la parte inferior se observan el bosquecillo en las riberas del Río Turienzo. Evidentemente en Piedralba todo está cerca. En la parte superior se distingue el camino vecinal que comunica con Astorga, hacia la izquierda con el pueblo de Santiago Millas y Morales del Arcediano, y a la derecha, también abajo, dos caminos hacia Celada
(Fuente de información Google Earth )
(Foto satelital capturada y guardada en el archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Cuando visité Piedralba me invadió la sensación de que el pueblo guarda entre sus casas y calles, en su iglesia y en su cementerio parroquial, en aquel bosquecillo junto al apacible Río Turienzo, una muy larga historia que se remonta por siglos. Una parte de esa historia de Piedralba que he podido rescatar está escrita en diferentes sitios y también fotografiada por viajeros anónimos. Hay sin dudas otra parte de la historia de Piedralba que no está escrita y creo que debemos empezar a reunirla y a redactarla.

Sin embargo cuando se recorren sus callejuelas angostas, o también cuando se ingresa a su iglesia, o cuando se van descubriendo detalles de Piedralba que remontan al medioevo, uno como visitante puede imaginar que allí se han de haber vivido muchas historias. Ese “medioambiente” piedralbino me sugiere que allí deben haberse vivido muchas historias en las que nuestros ancestros han sido parte de ellas. Así, la fuente de agua de piedra albina en el Camino de Celada, o una puerta desvencijada por los años, o un solado de piedras ya pulido por el paso de hombres y carros, o los gastados umbrales de la Iglesia Parroquial, insinúan suficientes datos para imaginarnos trasladados muchos siglos atrás.

Creo que cuando uno se detiene en estos detalles y se “traslada en el tiempo”, empieza a disfrutar el encanto de caminar por las callecitas de estos pueblos antiguos de España. Creo que es allí cuando uno comienza a descubrir esa “magia” que se ha atesorado entre esas paredes de piedra durante tantos siglos de historia.

Cuando caminé aquellas callejuelas de Piedralba, cuando “pisé” aquellas piedras que, por su ubicación, seguramente han de haber sido caminadas por los Bisabuelos y el Abuelo, también por nuestros ancestros, o cuando me paré en el atrio de la Iglesia frente al portal de la Parroquia San Cristóbal, tuve la sensación que ellos ya habían pasado por allí, al menos unos 150 años antes que yo. Tuve en esa oportunidad una “sensación interna” que me “sugería” que aquellos escenarios que yo estaba viendo por primera vez no eran extraños para mí.


Una antigua puerta de otra casa abandonada. El agujero en la parte inferior de la puerta, ¿estaría allí para que los gatos entraran y salieran de la casa con “libertad”?
(Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Una casa de Piedralba de típica arquitectura maragata
(Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Una casa de Piedralba de típica arquitectura maragata. Una casa en “silencio”, sin techo y con su portón desvencijado. Pareciese que sus habitantes se fueron hace mucho tiempo.
(Foto del Archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Los Martinez formaron sus familias siguiendo una costumbre maragata

Los Martinez formaron sus familias con miembros de las mismas familias que vivían en Piedralba, en Astorga y en los otros pequeños pueblos de la Comarca Maragata diseminados en un círculo de 6 kilómetros de radio a partir de Piedralba.

Todos estos pueblitos se encuentran hoy comunicados por caminos rurales y vecinales que, intuyo por sus trazados que “copian” las irregularidades de la llanura leonesa, se han de corresponder con los caminos que los habitantes de la Maragatería recorrieron desde el Siglo XVIII o antes. Dentro de ese círculo de 12 km de diámetro, con centro en Piedralba, se encuentran la ciudad de Astorga, el Arrabal San Andrés Extramuros de Astorga, el barrio Rectivía de Astorga, Valdeviejas, Oteruelo, Morales de Arcediano, Val de San Lorenzo, Cuevas, Celada, Nistal, Matanza, Valderrey, Bustos, Tejados, Curillas, Santiago Millas, Riego de la Vega. De todos estos pueblos fueron oriundos los ancestros del Abuelo Bernardo Martinez Martinez y de los Bisabuelos Fernando Martinez Perez y Dominga Martinez Martinez, al menos, hasta el año 1750. 

Alejando con el “mouse” la imagen satelital del caserío, alejándola como si “voláramos” más alto, uno empieza a distinguir los caminos vecinales que comunican Piedralba con los otros pueblos de la región de la Maragatería.

Fue allí cuando yo imaginé la gente de antaño, nuestros ancestros, circulando de a pie, o a caballo, o en carros, por esos caminos rurales para visitar otros pueblos. Fue allí cuando comprendí por qué las familias de un pueblo fueron uniéndose con otras familias de pueblos cercanos, cuestión ésta que está acabadamente registrada y documentada en los registros parroquiales. Es ahora cuando comprendo, al margen de la presión que pudieran haber ejercido las costumbres maragatas que luego les comentaré, por qué los “muchachos” de un pueblo iban de visitas a otro pueblo, quizás, para conocer otras “chicas” nuevas, “distintas” de aquellas que veían todos los días en su propio pueblo. Si este fuese el caso (que de ellos se me ocurre que deben haber habido y muchos), vaya si esos “muchachos hicieron huellas” en esos caminos rurales.

Antes pudo ser ésa la forma en que los muchachos conocían a las chicas de otros pueblos. Luego con los años, las cosas no cambiaron para nosotros, en nuestra adolescencia. Basta con recordar que hasta no hace mucho tiempo “… a la noviecita había que buscarla en otro barrio…”. Hoy los métodos pueden ser similares a aquellos como los nuestros o como el de los bisabuelos, pero hoy hay todo tipo de métodos. Creo que hay formas novedosas acorde con los tiempos que corren. Muchos y muchas hoy en día se buscan, se conocen y luego se frecuentan en las redes sociales, en eso que yo llamo el “ciberespacio”. Llegado a este punto del razonamiento uno entiende que los tiempos pasan pero las costumbres se mantienen.

Piedralba y su proximidad a León

Cuando continué alejando la imagen satelital de Google Earth con el foco en Piedralba, me sorprendí cuando observé que a sólo 60 km de allí se encontraba la ciudad de León, ciudad en donde yo había estado por unas pocas horas en mi anterior viaje a España del año 2006.

Una pregunta surgió de inmediato “en mi interior”, “… ¿Por qué no supe ésto antes… … De haber sido así, en aquel viaje de 2006 pude haber conocido Piedralba?

Me quedé “mascando la bronca” cuando me di cuenta que perdí esa oportunidad de conocer el pueblo natal del Abuelo, y todo esto fue por no haber investigado más en aquel momento dónde había nacido. Pero bueno, las cosas se dan así, siempre de algún modo y por alguna razón. En esto creo que el Señor que “está allá arriba” sabe por qué las cosas son así… …, y las sabe hacer bien.

De regreso de mi primer viaje a Piedralba y ya de vuelta en casa, me hice el tiempo para recordar las vivencias, para “revisar” el viaje y para evaluar todo lo traído en la “mi propia memoria” y en las “memorias” de mi cámara fotográfica.

Concluí que el Señor que “está allá arriba” sabe hacer las cosas bien. De eso no me cabe la menor de las dudas. Esta conclusión se cerró en sí misma, en mi razonamiento, cuando tomé conciencia de cómo las cosas se fueron sucediendo “bien” durante todo el viaje. De cómo unas se fueron encadenando con otras de manera que todas ellas nos permitieron conocer a las personas indicadas en el momento y lugar apropiados, de cómo estas personas hicieron viable y de algún modo fácil, esto de reunir la información de nuestros ancestros.

El primer eslabón de esa cadena de sucesos casuales, o no, fue nuestra visita a Piedralba, luego nuestra recorrida por Astorga y la visita al Archivo Diocesano. Por último, nuevamente por casualidad o no, conocimos a la Srta Sonia Cobos Carracedo del Archivo Histórico Diocesano de Astorga y al Señor Cura Párroco de Piedralba, Don Blas Miguélez Vara, personas amables, desinteresadas y dispuestas, que facilitaron su tiempo, colaboraron con nosotros y se pusieron a nuestra disposición para encontrar la información que buscábamos.

Mis agradecimientos:

-   Al Señor que está “allá arriba”.
A mi señora Mónica Cristina Dufour Fuschini, por acompañarme en este mi primer viaje por la Comarca Maragata y apoyarme en esta tarea de investigar y escribir sobre las historias de nuestros Abuelos. También, a Mónica,  por insistirme en editarlos en el blog.
-  A mi hermana Ana María Martinez de Fernández por acompañarme desde el principio como “cómplice y partícipe necesaria” de esta aventura..
-  A la Srta Sonia Cobos Carracedo del Archivo Histórico Diocesano de Astorga por toda su disposición y colaboración.
-  A Don Blas Miguélez Vara, Cura Párroco de la Iglesia Parroquial San Cristóbal de Piedralba por su gentileza en recibirnos en su despacho y por su tiempo.
-  A los clérigos que, desde 1693 a la fecha, redactaron las Actas en los Libros Diocesanos de Piedralba y las atesoraron el Archivo Histórico Diocesano de Astorga, también a ellos, quienes con su labor cotidiana desarrollada por siglos, supieron escribir una parte importante de la historia de la gente de este pueblo de España.









sábado, 20 de octubre de 2012

012 – Nuestra visita a Astorga y al Archivo Histórico Diocesano


012 – Nuestra visita a Astorga y al Archivo Histórico Diocesano

Luego de visitar Piedralba, de conocer sus calles, sus casas y su antiguo cementerio, volvimos a la ciudad de Astorga para recorrerla puesto que habíamos planeado dormir allí esa primera noche.

Conocimos la Plaza Mayor y allí disfrutamos de unas cañas y tapas mientras esperábamos que los muñecos maragatos del campanario de Ayuntamiento tañeran las campanas a la hora. Luego conocimos los cimientos, muros y dependencias de una asombrosa casa romana, que disponía de instalaciones de agua corriente y de aguas servidas, y de un ambiente que por su forma y circulación de agua fresca funcionaba como una conservadora de alimentos. Sin lugar a dudas se trataba de un adelanto para la época, también, de la casa de un prestigio funcionario romano.

Para el día siguiente teníamos previsto concurrir bien temprano al Archivo Histórico Diocesano, ubicado sobre uno de los edificios que se encuentran contiguos a la Catedral Santa María de Astorga, para buscar datos sobre los Martinez Martinez.

Astorga, un punto de encuentro de las rutas jacobeas con mucha historia

Astorga, como ciudad, fue fundada en el Siglo I por los romanos a partir del campamento militar que allí habían asentado. A la ciudad a llamaron "Astúrica Augusta".

Registros históricos refieren que esta ciudad era ya un conglomerado poblacional en las Edades de Bronce y de Hierro que se completaba con otros grupos cercanos, entre ellos, los hoy pueblos rurales de Oteruelo y Piedralba, que se habían formado a partir de los castros. Esta región lionesa circundante a Astoga fue históricamente un “sitio de ocupación”, ya fuera por el intereés de explotar las minas de oro y plata existentes en las montañas del Teleno, ya fuera por la posición geográfica que ocupaba, estratégica en las guerras cántabras, o en la ocupación musulmana y la posterior reconquista cristiana, o en la ocupación de las tropas napoleónica y la histórica resistencia astorgana.

Al respecto el sitio web de la Diócesis de Astorga[1] señala:

“… Desde las múltiples vías romanas que la atravesaban según el itinerario de Antonino, uniendo a Astúrica Augusta, capital del extenso Convento Jurídico de los Astures, con Braga, Lugo, Zaragoza, Burdeos, Roma, Zamora, Salamanca, Mérida y Cartago, siempre ha sido Astorga una encrucijada de caminos para el arte, la religión y la cultura…”.

“…  En ella se funden también las dos más importantes rutas jacobeas: el Camino Francés y la Vía de la Plata. Estas comunicaciones privilegiadas y la plena romanización de Astúrica, centro vital y estratégico para la explotación gigantesca de las Médulas o minas de oro, propiciaron la pronta llegada del Evangelio de Cristo a estas tierras…”.


[1] Sitio web de la Diócesis de Astorga:  http://www.diocesisastorga.es/


Astorga ha sido desde épocas inmemoriales un lugar visitado por gente de toda Europa. Hoy llegan a ella cada año decenas de miles de peregrinos que se aventuran por el Camino de Santiago de Compostela y por la Vía de la Plata. Mucha gente procedente de distintas regiones de España, de países de Europa y del mundo llena sus calles, sus plazas y paseos, disfrutan de la amabilidad de su gente, su historia y la arquitectura, también, de su inconfundible gastronomía. Muchos vienen a Astorga a compartir las fiestas religiosas de la gente de esta ciudad y las de los pueblos de la Comarca Maragata.

Durante el día se aprecia la continua llegada de peregrinos que recorren las calles de Astorga, particularmente aquellas que conducen a la Catedral de Santa María, el lugar obligado de paso y de autenticación de esta etapa del periplo jacobeo. De noche, las calles y las plazas se llenan de gente y de ruidosa juventud que, en un “ir y venir por los bares de tapas”, disfrutan de las exquisiteces de la cocina maragata, de la repostería astorgana y de su chocolatería.

A su casco histórico, circunscrito por antiguas murallas que “protegen” la ciudad y los edificios antiguos, “confluyen” los “tantos” Caminos de Santiago “como” peregrinos hubo recorriéndolos desde el Edad Media hasta la hoy, quizás, todos impulsados por esa “magia” generada por la propia Fe.

A Astorga ya llegan juntos los Caminos de Santiago más recorridos de la historia, los caminos del Norte, el Francés y el Aragonés. A ese mítico derrotero hacia Santiago de Compostela se unen en Astorga los peregrinos que optaron por transitar la Vía de la Plata y por los demás caminos del centro y sur de España. A partir de allí las rutas jacobeas se convierten en una sola, la etapa final de casi 260 km hacia la Catedral de Santiago de Compostela, en A Coruña, en Galicia.

Mi proyecto de “vivir la experiencia” del Camino de Santiago

Tengo en mis planes hacer el Camino Aragonés hacia Santiago de Compostela en bicicleta. Soy conciente que este proyecto debo realizarlo en el “corto plazo” porque creo que no tengo mucho tiempo para esperar, sobretodo porque tengo presente que hay que disponer de una buena condición física para recorrerlo.

Mi interés por “vivir la experiencia” del Camino de Santiago es llegar a “sentir”, y si puedo llegar a comprender, por qué tanta gente ha sido motivada a recorrerlo durante más de 1.200 años, gente procedente de distintas partes de Europa y recientemente de todo el mundo cristiano católico que lo ha transitado a pie, a caballo y en bicileta.

Creo que hay varias razones que se suman para que emerja en uno ese interés por recorrerlo. El camino, ya sea el Camino Aragonés (850 km de extensión) con su partida en Somport en Aragón, o el Camino Francés (775 km de longitud) con inicio en Saint Jean Pied de Port, en Francia, pasando por Roncesvalles / Orreaga, en Navarra, España, atraviesa bellos y singulares paisajes, llanuras onduladas y montañas que desafían a los peregrinos hasta su llegada en Santiago de Compostela, en A Coruña, Galicia. Camino que también se “inmiscuye” a través de las callejuelas de antiguas ciudades medievales, todas ellas “llenas” de historia, todas ellas “ricas” en cultura y “plagadas” de edificios antiguos donde se “mezclan” la arquitectura románica, la gótica, la plateresca y el barroco.

Me imagino que el Camino de Santiago, toda vez que atraviesa esos antiguos pueblos y caseríos medievales, irá transmitiendo al peregrino toda esa “plenitud” de creencias y “riqueza” de leyendas populares atesoradas durante años en la memoria de cantineros y posaderos a lo largo del Camino. Me imagino que el simple hecho de transitar el Camino de Santiago ha de ir poniendo de manifiesto todo ese misticismo que “transmiten” los conventos, monasterios e iglesias medievales, también, esas sensaciones particulares que se siente en la oportunidad de visitar esos lugares silenciosos que guardan mucha historia.

Cuando recorra el Camino de Santiago haré de él un relato de mis vivencias y de mis sensaciones que trataré de acompañarlas con mis propias fotografías de modo de dejar un testimonio de mi experiencia de vivir el Camino de Santiago “desde adentro”.

Creo que ésa ha de ser, sin lugar a dudas, una importante parte de “mi historia” dentro de estas “Historias de mi Familia”.

Nuestro segundo día en Astorga

Al día siguiente fuimos a la Catedral para averiguar los horarios del Archivo Histórico Diocesano para atender al público y en un “stand” de venta de libros y de ingreso al Museo de la catedral fuimos informados que a partir de las 10:30 horas el Archivo abría sus puertas.



Portal de ingreso al Archivo Histórico Diocesano de Astorga
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)

A esa “hora señalada”, estuve presente en el Archivo y me senté en el parapeto de piedras del acceso a la espera de que se abrieran sus puertas. Esperé por más de una hora pero nadie apareció con la llave, ni siquiera había “ruiditos” en el interior del edificio que sugiriera alguna respuesta a mis insistentes “toques de timbre”. Evidentemente algo anormal estaba pasando. O yo había sido mal informado, o había alguna otra razón que desconocía y que justificaba el hecho de que el Archivo no abriese en horario.

Volví a aquel “stand” de la Catedral para que me confirmaran los horarios y me respondieron que esperara en la puerta del Archivo “… pues… seguramente se han demoradoya van a abrir…”.

Retorné a la puerta del Archivo Diocesano a esperar. Como no tenía otra cosa por hacer, no tardé mucho tiempo en relevar todos los detalles estructurales y constructivos de la fachada del edificio y los de la puerta. Cuando concluí este relevamiento que me entretuvo por varios minutos, ya un poco aburrido de esperar, otro tanto fastidiado, me alejé de la puerta ganando la vereda para tener una mejor visión de los movimientos de las personas a la distancia, con la ilusión de anticipar quién sería la persona que abriría las puertas y calmaría mi ansiedad.

En determinado momento, por detrás de la Catedral, apareció una persona que por su vestimenta intuí que preguntándole alguna información me podría brindar respecto del Archivo Diocesano. Esta vez no me equivoqué. No bien esta persona estuvo al alcance le pregunté por lo que más me inquietaba en ese momento, le pregunté sobre el horario de apertura del Archivo.

Sin que fuera necesario formalizar otra pregunta la persona me respondió con gentileza, también con precisión. Allí recién fui informado que “… el archivo no atiende los miércoles de todas las semanas del año…”.  Estaba claro que esa la razón de la “demora” por la cual el Archivo no abría sus puertas, también, la de mi espera. Debo ser sincero pero esa respuesta me dejó sin palabras porque me “cambiaba mis esquemas”.

Ante éste mi asombro, inmediatamente expliqué mi situación poco cómoda: “… Mire, yo estoy viniendo de Argentina para buscar datos de mis bisabuelos y de mi abuelo que vivieron en Piedralba y esta tarde me estoy viajando para León y mañana para Madrid. De allí ya vuelvo a Argentina…”.

Esta intervención mía quedó “flotando por el aire” y con el transcurso de los segundos se transformó casi en una pregunta. Su respuesta no se hizo esperar. Si la primera había sido para mi un respuesta repentina e inesperada, esta segunda sería lacónica y muy alejada de mis planes: “…Señor,… el Archivo atiende de 10:30 a 13:30 horas, excepto los miércoles, sábados y días festivos y del 15 de agosto al 15 de septiembre. Luego hoy es miércoles,…  el Archivo está cerrado, Tendrá que venir otro día, o si quiere, llame por teléfono…”.

Respuesta más clara que ésta no podía haber porque ese día era el miércoles 25 de Mayo de 2011. Tampoco creo que podía hacer otra pregunta ¿Qué hacer entonces para obtener los datos de los bisabuelos y del abuelo? Creo que la única posibilidad que quedaba en ese momento era la de cambiar de planes. Haciendo ahora una mirada retrospectiva, me alegro de haber cambiado de planes porque de ahí en adelante, hasta recoger los datos que buscaba en el Archivo, todo fue un devenir de acontecimientos que salieron sin contratiempos y coordinados, como si “alguien” los hubieran planificado. Sin lugar a dudas todo ello resultó así, también, porque se “cruzaron en nuestro camino” personas magníficas que pusieron todo de sí para que nos sintiéramos bien atendidos y para que nos lleváramos de Astorga la mejor impresión y los mejores recuerdos.  En este sentido debo agradecer a la Señorita Sonia Cobos Carracedo y al Señor Cura Párroco de Piedralba, Don Blas Miguélez Vara, las atenciones recibidas y el tiempo que ellos nos dispensaron.

Así fue que esa mañana de miércoles nos fuimos a León donde teníamos reservado un hotel, y al día siguiente volveríamos a Astorga, al Archivo Diocesano, “… a la hora señalada…”.

En esta segunda oportunidad fuimos recibidos, Ana María, mi señora Mónica y yo, de maravillas, por la señorita Sonia Cobos Carracedo de quien guardo inestimables recuerdos y agradecimientos, nuevamente, por las atenciones que nos brindó.

A Sonia la conocimos e hicimos las presentaciones del caso en la misma vereda de ingreso al Archivo Histórico Diocesano, donde nosotros “estábamos montando guardia”. Fue allí mismo, junto al parapeto de piedras que el día anterior había “oficiado” de asiento, donde le expliqué a Sonia qué era lo que nos traía al Archivo. Inmediatamente ingresamos al edificio y a medida que íbamos subiendo las escaleras del Archivo Histórico Diocesano fui explicando a Sonia los detalles de los datos que buscaba. Sin mediar demoras, Sonia nos llevó directamente a la sala de lectura y allí nos asignó un escritorio. A los pocos minutos vino con los Libros Diocesanos de la Parroquia de Piedralba que se encontraban depositados en ese Archivo.


Los Libros Diocesanos de Piedralba en el Archivo Histórico Diocesano de Astorga. Uno de ellos es el Libro n° 1 cuyos primeros asientos de bautismo y nacimiento datan del año 1693
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Al tiempo que recibíamos los Libros, Sonia me preguntó con el típico acento español: “… Pues dime, Eduardo,… como es el apellido que buscáis, el de tus abuelos…”. Sin mediar pausa, quizás apurado por mi ansiedad de saber si había algún antecedente de la familia en esos registros, le respondí: “… Martinez,… Martinez es mi apellido, el de mi padre, el del abuelo y del bisabuelo…”. En cuanto mencioné mi apellido y mi interés por conocer y recabar dentro de lo posible la información sobre mis bisabuelos, mi abuelo y sus hermanos y familiares, casi sin pausa, Sonia agregó: “… Pues,… … entonces tu eres maragato…, los Martinez son muchísimos, son todos originarios de los pueblos de la Maragatería…. Seguro que encontraréis los datos que buscáis…”.

Luego, como ya les he mencionado en otro capítulo, cuando pude adentrarme en la lectura de los archivos manuscritos originales de la Parroquia de Piedralba de la época, pude comprobar que el apellido Martinez y los demás apellidos que conforman nuestro árbol genealógico estaban allí, manuscritos en un papel rústico, casi un cartón, perfectamente conservados. No pude contener mi asombro cuando comprobé que el apellido Martinez ya se encontraba registrado en los primeros asientos del primer Libro Diocesano Parroquial que data del año 1693.

En ese Libro Parroquial n° 1 encontramos, entre todos los Martinez, Pérez, Andrés, otras vez Martinez, Santos, más  Martinez, del Río, las actas de los bautismos y nacimientos del Bisabuelo Don Fernando Luis Martinez Perez y de la Bisabuela Dominga Martinez Martinez.


Acta de Bautismo y Nacimiento del Bisabuelo Fernando Luis Martinez Perez del Libro Diocesano n° 1 de Bautismos y Nacimientos de Piedralba
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Detalle del Acta de Bautismo y Nacimiento del Bisabuelo Fernando Luis Martinez Perez
Fecha del Acta y de Bautismo del Bisabuelo Fernando: 07 de Junio de 1836
Fecha de Nacimiento del Bisabuelo Fernando: 03 de Mayo de 1836
 (Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)


 Acta de Bautismo y Nacimiento de la Bisabuela Dominga Martinez Martinez del Libro Diocesano n° 1 de Bautismos y Nacimientos de Piedralba

(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Detalle del Acta de Bautismo y Nacimiento de la Bisabuela Dominga Martinez Martinez
Fecha del Acta y de Bautismo de la Bisabuela Dominga: 08 de Marzo de 1839
Fecha de Nacimiento de la Bisabuela Dominga: 05 de Febrero de 1839
 (Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)

En base a esta búsqueda, pudimos individualizar el acta de nacimiento del Bisabuelo Fernando Luis Martinez Perez  Al respecto mucho debo agradecer a la señorita Sonia Cobos Carracedo la gentileza que tuvo en elaborar y enviarnos por correo a Argentina una copia del certificado de bautismo y de nacimiento del Bisabuelo.

Habiendo encontrado las actas de bautismo y de nacimientos de los Bisabuelos, padres de Don Bernardo Martinez Martinez, le solicité a Sonia me indicara en qué libro del Archivo Histórico Diocesano de Astorga podía encontrar la información sobre el nacimiento del Abuelo Bernardo.

La respuesta de Sonia fue muy precisa pero también sobrevino con una pregunta: “… Eduardo, si el bautismo o nacimiento de tu Abuelo no está en estos libros es porque no está en el Archivo… ¿En qué año nació tu Abuelo?...” Mi respuesta no se hizo esperar porque el dato lo tenía en mi mente, y por seguridad, anotado en mi libreta de viaje: “… Sonia,… el Abuelo nació el 01 de Marzo de 1867…”.

Su respuesta fue exacta: “… El acta de bautismo de tu Abuelo no está aquí porque debe estar asentado en el Libro Parroquial n° 2. Como ese libro aún se encuentra abierto porque no se ha completado, seguramente está en la Parroquia de Piedralba. Inmediatamente hablo con Don Blas, quien es el Cura Párraco y si es así, trataré de que él los pueda atender…”

Antes de que se cumpliera el horario de cierre del Archivo, Sonia vino a nosotros con una excelente noticia: “… Eduardo, hablé con Don Blas y él está ahora en León reunido con el Arzobispo. Me confirmó que os espera esta tarde a las 16:00 hs en su despacho de la Casa Parroquial. Me confirmó que el Libro Parroquial n° 2 lo tiene en su despacho y que seguro que el acta de bautismo de tu Abuelo está en él… … Yo tengo que cerrar el archivo en unos minutos y a la salida os acompaño para mostrarles dónde está la Casa Parroquial… … Queda aquí cerca, frente a la Catedral de Santa María, no se pueden perder…”.

Nuestra reunión con Don Blas Miguélez Vara, Cura Párroco de Piedralba

A las 16:00 hs de ese jueves 26 de Mayo de 2011, en medio de una lluvia de primavera, estábamos Ana María y yo golpeando la hermosa puerta de madera de dos hojas de la Casa Parroquial de Piedralba, ubicada en la calle de la Plaza de la Catedral, 3, Astorga.

Don Blas Míguelez Vara nos atendió sin hacernos esperar, con mucha amabilidad y cortesía. Nos hizo pasar a su despacho desde el cual podíamos observar el frente de la majestuosa Catedral de Santa María.

Nuestra conversación con Don Blas tocó varios temas todos relacionados con estas cuestiones que todos sentimos en algún momento de la vida por buscar nuestros orígenes,  de saber quiénes fueron y de dónde vinieron nuestros ancestros, de historias de la Comarca de la Maragatería, e historias de sus propios ancestros. En algún momento de esa conversación abordamos qué pudo haber ocurrido en la vida de mis Bisabuelos y de mi Abuelo para que ellos tomaran la decisión de dejar su terruño, de dejar sus ancestros, y por lo que resultó luego con el devenir de los años, la de dejarlos definitivamente en Piedralba. De hecho mencioné a Don Blas que ellos se habían quedado para siempre en Argentina, dado que tanto el Bisabuelo Fernando Luis Martinez Perez como la Bisabuela Dominga Martinez Martinez y mi Abuelo Bernardo Martinez Martinez y mi Abuela Encarnación Rosell Boher habían fallecido en Mendoza en los años 1906, 1912, 1942 y 1931 respectivamente, y que los cuatro habían sido enterrados en el Cementerio Municipal de la Capital de Mendoza, en Argentina.

En nuestra charla de un cementerio pasamos al otro. Fue allí cuando me animé a introducir en la conversación aquella intuición que había tenido al estar frente a las desvencijadas puertas del cementerio parroquial de Piedralba, intuición que se fue transformando en sospechas y que luego confirmé cuando revisé la noche anterior en el hotel de León la información que tenía en mi cámara fotográfica.

Llegado ese momento les aseguro que pospuse por unos segundos la introducción del tema, hasta que ordené bien mis ideas porque no sabía cómo podían ser tomadas mis palabras. Más o menos así empecé: “… Don Blas, creo que en ese cementerio están enterrados muchos de mis ancestros. Creo que allí está una parte importante de mi. ¿Por qué el cementerio está,… …, digamos… …, con el pasto muy alto?...”.

La respuesta de Don Blas no se hizo esperar, creo tampoco tuvo que pensarla durante mucho tiempo, sólo quizás, el tiempo suficiente para ordenar sus ideas: “… Mire, Eduardo, la historia de ese cementerio es tan antigua como los archivos diocesanos, o más. Allí se encuentran enterradas todas las personas de la parroquia de Piedralba cuyas actas de defunción han sido registradas en los libros diocesanos…”.

(A esta altura de la recién comenzada respuesta de Don Blas pensé para mi adentro, al tiempo que “me corría hielo por mi esternón”: “… aquí están los Martinez y sus ancestros. Aquí hay más de mi ADN enterrados que en cualquier otra parte el mundo…)

Don Blas continuó con su relato con los siguientes conceptos, más o menos con estas palabras: “… En ese cementerio no se entierra más gente. Ese cementerio se desactivó alrededor del año 1950 en razón de que ya estaba completo. No se podía seguir usando porque no había más lugar. Era necesario abrir otro cementerio y esto fue motivo de un conflicto entre la Parroquia y la Junta Vecinal de Piedralba. Los vecinos querían levantar ese cementerio parroquial antiguo porque se encuentra inserto en el medio del pueblo. Eduardo, Ud.  lo habrá visto por lo que me dice…”. “… En ese entonces la Parroquia se opuso a esta medida levantar el cementerio porque la Iglesia priorizó la preservación de la memoria de esos feligreses allí enterrados. En definitiva en ese pequeño cementerio está una parte de la historia del pueblo. El conflicto hoy no se encuentra terminado. Para no ahondar el problema, se abrió un nuevo cementerio que administra la Junta Vecinal y se dejó el antiguo cementerio en manos de la Parroquia, como siempre fue…”.  (En este punto de la conversación pensé, “… si el destino del antiguo cementerio está en manos de la Parroquia, podría estar en manos de Don Blas una futura decisión respecto de su destino…”.).

Entonces sobrevino otra pregunta mía planteada en dos tiempos. La primera parte de mi pregunta la planteé con la formalidad que reinaba la reunión: “… Al respecto, Don Blas, la Iglesia qué piensa hacer con ese cementerio,…”, y continué con la segunda parte, ya animándola a hacerla con cierto sentido de humor: “… digo que piensa hacer porque mire Don Blas que, a juzgar por la cantidad de mi ADN que hay allí, ese predio casi casi es de los ancestros de los Martinez…”.

La respuesta de Don Blas tampoco se hizo esperar en esta oportunidad y me hizo su devolución con un muy buen sentido del humor, primero: “… Mire Eduardo, no se le vaya a ocurrir reclamar propiedad alguna de sus ancestros en Piedralba porque lejos de adquirir un bien, seguramente adquirirá un problema, o mejor, un dolor de cabeza… Me parece que allí se deben muchos años de impuestos a la tierra y no vaya a ser cosa que Ud. tenga que pagar más de lo que la tierra vale. En ese caso, alguno seguramente se pondría contento de recibir algún dinero…”.

Y Don Blas continuó y completó su respuesta con la seriedad que caracterizó la reunión: “…Hablando del cementerio. Hay varias ideas en el Arzobispado de León sobre qué hacer con ese predio antiguo y por supuesto con el recuerdo de las personas allí enterradas. Le voy a comentar una postura. Se ha propuesto que ese cementerio se preserve en memoria de los feligreses allí enterrados. La idea es que se limpie y se remueva todo lo que está en la superficie, se siembre pasto y se mantenga. Luego en un único monolito erigido en el centro del predio, se pondrían los nombres de todos los fallecidos…”.

Mi respuesta: “… Don Blas, no sé cuales son las otras propuestas, pero ésta me resulta atendible en orden a preservar la memoria de los allí enterrados. Sólo le pido que si esa propuesta es la que prospera, el día que se vaya a inaugurar ese monolito nos avise, porque al menos a mí me gustaría estar presente en ese homenaje, pues como le dije, muchos de mis ancestros están allí y sus nombres seguramente estarán escritos en ese monolito…”.

En algún momento de nuestra conversación comenté a Don Blas mi intención de escribir sobre la historia de mis Abuelos, sobre las cosas que ellos habían hecho durante sus vidas, también, mi iniciativa de “volcar” las experiencias y vivencias recogidas en este primer viaje por la ruta de los pueblos de los Abuelos. Don Blas comprendió inmediatamente a qué me referiría con esto de “escribir” porque él tuvo la misma iniciativa con relación de un familiar suyo. Inició su “contrapartida” en esta conversación dándome el marco de referencia de su idea, pero también se explayó en su explicación de por qué había abandonado su iniciativa hasta “otra oportunidad”. “… Mire, Eduardo, cuando empecé a escribir mis borradores traté de seguir los hechos históricos tal como ocurridos y traté de “ser riguroso” respetando describir las consecuencias que de ellos se derivaron, tal como fueron. A poco de iniciar me di cuenta que esa “rigurosidad” por más objetiva que fuera podría derivar en una situación no deseada para determinadas personas…”. Yo debo haber puesto cara de no entender hacia dónde se dirigían sus conceptos, porque inmediatamente amplió su explicación. “… Tal rigurosidad aplicada a hechos históricos ocurridos no hace mucho, esto es, medidos en la magnitud de la vida de una persona, están siempre “teñidos” por la subjetividad de quien los escribe. Cuando uno escribe sobre las buenas acciones de una persona, siempre habrá personas a las cuales esos mismos actos resultaron negativos…, … porque cuando a una persona le va bien por una determinada circunstancia, siempre habrá otra que esa misma situación le pudo haber producido un daño…”.

Inmediatamente revisé en mi memoria las historias de mi familia “descubiertas” en el curso de mis investigaciones y esta explicación me hizo “re - pensar” acerca de escribir o no algunas de las historias de la “Historia de mi Familia” descubiertas en documentos.

Nos fuimos despidiendo de Don Blas al tiempo que traspasábamos la antigua puerta de madera maciza de su despacho parroquial en Astorga. Antes de salir nos dijo a Ana María y a mí: “… Les avisaré el día que inauguremos el monolito…”. La respuesta fue inmediata: “… Don Blas, ese día estaremos aquí, si Dios quiere…”.

La lluvia de primavera de esa tarde en Astorga ya había cesado y el sol iluminaba el frente de toda la Catedral. Todavía habìa alguna gárgola de la Catedral de Santa María de Astorga que estaba “chorreando” el agua recogida en los techos. 


Portal de ingreso a la Catedral de Santa María de Astorga
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)


Una gárgola de la Catedral de Santa María de Astorga 
drenando las últimas gotas de la lluvia de la tarde del 26 de Mayo de 2011
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Algunos peregrinos se aproximaban a la Catedral y pasaban junto a nosotros, por frente a la sede parroquial. Otros continuaban su camino a Santiago de Compostela por la calle de la Plaza de la Catedral y luego por la Rua de la Judería (la calle Leopoldo Panero) o por la calle Portería, quizás, en busca de algún albergue de peregrinos donde descansar y pasar la noche, porque la tarde ya había avanzado.


Peregrinos en bicicleta por la calle de la Plaza de la Catedral. A la izquierda está el portal de la Casa Parroquial de Piedralba en Astorga, la Calle de la Portería y la Calle de Leopoldo Panero, caminos a la Calle de la Judería y al Camino de Santiago.
A la derecha la Catedral de Santa María y al fondo el Hospital San Juan Baustista
(Foto del archivo de Eduardo Martinez Wurster)

Así fuimos dejamos Astorga entre filas peregrinos a pie y en bicicleta, dejando atrás nuestros recuerdos y las vivencias “vividas”.

Dejé Astorga con la satisfacción de haber encontrado mis raíces. La dejé con la idea de volver porque sentí que estaba dejando allí un “cúmulo de cosas” sin conocer, sin investigar.

Dejé Astorga pensando que el próximo viaje debía hacerlo con mi hermano Bernardo, porque estoy seguro que él disfrutará tanto ese próximo viaje como yo disfruté este primer viaje por la que he llamado “la ruta de los Abuelos”.